Capítulo 11: Apoyos que avergüenzan

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"Solo aquellos que se atreven a tener grandes fracasos terminan consiguiendo grandes éxitos" -Will Smith

Hoy me he obligado, poniendo literalmente diez alarmas en el celular, a levantarme un poco más temprano para así tener más tiempo de repasar con Destiny el examen.

He tratado de hacer toda mi rutina matutina lo más rápido que he podido haciendo que me ganara un golpe en el dedo más pequeño del pie con una silla.

-Silla ingrata -mascullé adolorida.

Al terminar de ponerme los zapatos me dirigí a la puerta principal sin despedirme de mamá porque hoy no trabajaba, así que ella se despertaría como al medio día.

Al salir y levantar la mirada Erick estaba de pie recostado de mi carro con los brazos cruzados mientras miraba a una pareja correr en la mañana.

Me descolocó un poco verlo tan temprano, pero aun así una sonrisa se me escapó de los labios y me regañé por eso. Cerré le puerta de mi casa con llave y me acerqué a él.

-¿Qué haces tan temprano aquí?

-Buenos días a ti también, antipática -sonrió sarcásticamente.

-Buenos días, pesado -puse los ojos en blanco- ¿Vas a responderme?

Erick miró a la calle sonriendo altivamente y luego me miró ladeando la cabeza.

-Creía que te agradaba mi presencia, Karen -arrastró mi nombre en su lengua más de lo necesario.

Me mordí el interior de la mejilla como siempre que me ponía nerviosa, lo cual había hecho muchas veces en presencia de él.

-He sentido tu ansiedad por el examen -dijo tras observar mi reacción y encogerse de hombros-. Sabes que vas a salir bien, ¿verdad?

-Eso quiero pensar -le enseñé mis dos manos entrelazando los dedos en señal de suerte.

Miré mi reloj y suspiré.

-¿Vas a acompañarme a la escuela? -le pregunté mientras abría la puerta trasera y ponía mi bulto en el asiento.

-Si quieres...

-¡Sí! -dije más rápido de lo que hubiera deseado-. Es decir, sí, si quieres.

Vi de soslayo cómo Erick reprimía una sonrisa y decidí ignorarlo por vergüenza y dignidad. Así que mientras él abría su puerta del copiloto yo rodeé el auto para abrir mi puerta no sin antes tomar una gran oleada de aire y expulsarlo todo.

Al sentarme y cerrar la puerta sentí la mirada de Erick clavada en mi perfil. Puse las manos en el volante y sin mirarlo le dije

-Erick, pareces un psicópata, para de mirarme.

-Lo siento, es que tienes un poco de... -escuché algo parecido a una risa y lo miré con una ceja enarcada.

-¿Un qué? -me impacienté porque no terminaba la oración.

-Un poco de pasta en la cara.

De pronto sentí toda la sangre arder en mi rostro y rápidamente bajé el espejo que se encontraba justo arriba del volante. Y en efecto, en la comisura de mis labios tenía pasta seca.

Esto me pasaba por andar ajorada, pensé.

-Lo que me faltaba -mascullé mientras buscaba algo con qué limpiarme.

Al terminar de pasarme la pequeña servilleta que encontré, con origen desconocido, para limpiarme encendí el carro y me puse en marcha para irnos.

Al cabo de unos minutos Erick dejó de mirar por la ventana hacia fuera y bajó un poco el volumen de la radio.

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