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Mini-Maraton 2/2

Acabo de llegar a mi casa bastante cansada, había pasado todo ese día con Eduin ayudándolo a hacer algunas visitas a hermanos de su iglesia y algunas personas que empezaban a conocer a Jesús. Me dejé caer en mi cama, disfrutando del placer de no cargar con mi propio peso por unos instantes. Tomé mi celular como un reflejo cuando una notificación de Lucas llegó.

Lucas: Hola.

: Hi.

Lucas: ¿Cómo estás?

Lucas: Fui a tu casa pero no te encontré.

Lucas: y no respondías mis llamadas.

Mire el celular unos momentos con extrañeza, ni siquiera había llamadas perdidas de él.

: Estaba fuera y no tengo registro de tus llamadas.

Lucas: Como sea, me quedé una hora afuera de tu casa.

: ¿Pretendes que me disculpe?

Lucas: No, ya está. Mejor dime cómo fue tu día.

Sonreí al recordar.

: Acompañé a un amigo a visitar personas...

Lucas: Vale.

No me gustaba cómo Lucas se estaba dirigiendo a mí en ese momento, es decir, se sentía grosero y no estaba dispuesta a continuar una conversación aunque fuera mi amigo. Cambié de objetivo y fui a Instagram, donde un montón de publicaciones que Esthela había enviado por mensajes, no las vi todas, a decir verdad, pero sí la mayoría.

Después de quedarme en la nada pensando demasiado tiempo, tomé la caja de recuerdos que había descubierto hace días, sobre mi regazo. Empecé a sacar todas las que ya había visto y leí unas cuantas más, pero no había terminado allí y estaba lejos de hacerlo. En el fondo de la caja solo quedaban un montón de cartas en sobres de colores.

De: Papá.

Para: Su princesa.

Todas decían lo mismo, solo que con encabezados diferentes: Feliz Navidad, Feliz Reyes, Feliz Cumpleaños, Día del Niño, y estos textos se repetían en varios sobres. Abrí el rosa de Feliz Navidad.

Feliz Navidad, pequeña. Sé que te había prometido el regalo que quisieras, pero no respondiste mi carta. Te envié un peluche rosa. Espero que la estés pasando bien y que mamá te esté dando tanto chocolate caliente como pidas. En serio, intentaré verte en Año Nuevo. De ser así, ¿qué quieres que te lleve?

Mis lágrimas empezaron a brotar y abrí otra.

Feliz Cumpleaños. Intentaría cantarte, pero sabes lo mal que me sale. De todos modos, escribo esta carta un día antes para que mamá te la entregue a las doce, junto con la canción que sé que ella sí podrá cantar. Jade, te extraño, no sabes cuánto, y espero que me tengas paciencia, mi chiquita. Besos de colores. Tu mamá comprará el regalo que pidas de mi parte. Aunque no contestes mis cartas, sé que me quieres.

Volví a doblar la carta, cerrando los ojos ante las lágrimas que rodaban por mis mejillas. No podía creer que todos esos años sin respuestas de mi padre se resumieran en cartas que escribió y por alguna razón mi madre nunca me dio. ¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué me ocultó esas cartas? O peor aún, ¿por qué las había guardado como un lindo recuerdo cuando no lo eran?

Encuentro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora