Yeonjun
Cerré silenciosamente la puerta del dormitorio y luego fui de puntillas hacia la cama. Nos había llevado la mayor parte de la noche buscar en toda la casa. Cuando terminamos, habíamos localizado trece dispositivos de escucha esparcidos por toda la gran mansión.
Dos de ellos habían estado en la oficina de Soobin.
Sorprendentemente, nuestras habitaciones privadas habían estado limpias. Había esperado al menos un dispositivo de escucha en la habitación de Soobin, que acababa de convertirse en mi habitación, también.
Me detuve en el borde de la cama y le miré durmiendo en la cama. Había enviado a Soobin a la cama horas antes. Se estaba poniendo enfermo. Necesitaba su descanso más que el resto de nosotros. Eso fue hace un par de horas.
Sonreí cuando vi sus pestañas parpadear.
—Sé que estás despierto, amor.
Soobin se rio cuando abrió los ojos y me miró con ojos soñolientos.
—He oído que entraste.
—¿Sí?
—No tengo demasiados visitantes nocturnos.
Entrecerré los ojos.
—No debes preocuparte, gatito, no he tenido un visitante nocturno desde Richard.
Levanté una ceja.
—Tenía una pareja —insistió Soobin—. Nunca sería infiel.
—No estábamos apareados entonces.
Soobin bajó los ojos y supe lo que estaba pensando. Me fue fácil tranquilizar su mente.
—También tenía un compañero —dije—. Excepto por verte, no he hecho ninguna visita nocturna desde esa misión.
—¿Sí? —Una sonrisa comenzó a difundir los labios de Soobin—. Eso es un largo tiempo sin nada.
—¿Quién dice que estaba sin nada? —Soobin abrió mucho los ojos. —Tenía ese programa de espionaje en tu ordenador, después de todo.
Soobin dejó caer la mandíbula. Las mantas que lo cubrían se juntaron alrededor de su cintura cuando se sentó. Gemí cuando toda esa bella y sedosa piel apareció a la vista.
—¿Estás diciendo que te masturbaste mientras me observabas?
Podía sentir mi cara enrojecer.
—Tal vez.
Podría haber ocurrido una o dos veces... a la semana.
—Eso es tan caliente.
Mi mandíbula cayó esta vez.