Capítulo 15

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—Entonces ya no te gusta el feo, ahora te gusta el bonito de ojos azules.

Sonrío cuándo Arthur señala a Lucian disimuladamente.

—Exacto.

—Pero tampoco son novios.

—No.

—Mira, vas a ir a la playa y te vas a tirar siete veces de espalda. Eso te va a servir para sacarte toda la mala suerte de encima.

Suelto una carcajada y Arthur me mira serio.

—La suerte no existe, Arthur.

—¿Entonces cómo explicas todo lo que te ha estado pasando?

—No lo sé — me encojo de hombros y el se levanta del sillón.

—Bien, pero no uses esa receta en vano. Y ya tengo que irme.

—¿Cuándo vienes de nuevo?— pregunto y el chasquea los dedos.

—Antes de tu próxima extracción; te lo prometo.

—Vale.

Lo acompaño a la puerta, Lucian ya preparó el auto para llevarlo hasta su casa. Así que cuándo salen del garaje entro a mi cuarto y me aseguro de que me haya traído los ingredientes correctos según la receta de su familia para hacer los pasteles más deliciosos.

Veo que falta polvo de hornear y leche, así que teniendo en cuenta la lista que me dió Jora. Salgo sola a conseguir eso y tal vez un par de zapatos para el outfit que escogí y usaré mañana.






Cuándo doy vuelta para entrar en una tienda del centro comercial, alguien toca mi hombro y me sobresalto. Para mi mala suerte, es la última persona que deseo ver ahora.

—Alex...

—Y Corina — habla la aludida.

—Y la fácil — le corrijo con rabia.

—¿Cómo estás?— pregunta Alex con expresión sincera — ¿Podemos hablar?

—Habla— le incito haciéndole una seña.

—Cori ¿puedes esperarme en las atracciones?

—¿Es en serio?— pregunta molesta y  cuándo Alex asiente se va echa una furia.

—Emm... Yo sé que te lastimé y que actué mal, y no creas que te digo esto porque estás enferma; si no porque de verdad te aprecio y una disculpa de mi parte es lo menos que te mereces, lo siento mucho Darya y entiendo si no quieres volver a verme en tu vida, sí quieres alejarte e incluso decirle a tu padre que me dé otro susto. Pero solo quería que sepas que lamento mucho todo lo que pasó y todas las veces que te traté mal.

Admito que esto no era lo que esperaba, pero se siente bien saber que admitió sus errores y perdió su orgullo para pedir disculpas aún sabiendo que quizás no lo perdone.

—Está bien — digo con voz firme — te disculpo; después de todo es de humanos cometer errores, no?

—Lo es— admite — y disculpa a Corina; no la está pasando bien y se que es bien cabezota como para admitir que se equivocó, pero créeme que lo está pagando bien caro. La expulsaron del colegio porque tú padre denunció el que haya regado el tema de tu enfermedad y sus padres la corrieron de su casa. Créeme que he visto lo arrepentida que está.

—No.

—Grac... ¿No?

—No, no tengo porqué hacerlo. No tengo porqué perdonar a una persona que ni siquiera es capaz de pedir disculpas aunque sea por hipocresía y créeme que eso es lo mínimo que se merece por todas las veces que me hizo daño. Y ojalá se pudra en el infierno y le pasen mil cosas peores que estas.

CARPE DÍEM ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora