(Rachel)
Galletas de menta
SAM
Sam. Sam. Sam.
Oigo mi nombre pero me siento como si estuviera bajo el agua. Mis ideas están más revueltas que otros días. Necesito calmarme. Es solo un chico. Solo un chico. SOLO UN CHICO. Ese es el problema, él no es solo eso para mi y me molesta admitirlo. Es el chico.- Sam.- dice Rach mientras mueve su mano arriba y abajo frente a mis ojos. - ¿Estás escuchándome?
- Lo siento, Rach... es que...
Y ahí esta, solo existiendo. ¿Qué le pasa? ¿Cómo puede verse tan bien? Mostrando una brillante sonrisa, su despeinado y rizado cabello haciéndolo lucir tan relajado, tan seguro de si. Al instante, siento como mis músculos se tensan y el recuerdo de ayer vuelve.
Rach voltea a atrás suyo, siguiendo mi vista. Niega con la cabeza y voltea a verme.
- ¿Por cuánto tiempo más ignorarás lo que sientes?
- No... no es lo...
- Vamos, Sam. Le gustas y te gusta, ¿Por qué no...?
- Deja de entrometerte, Rachel.
- Lo siento, Sam. No creí...
- Eso es lo que pasa, para ti, todo lo que dices y haces esta bien, los consejos que das están bien y entrometerte esta bien, pero deja te digo "querida amiga" que no, no puedes manipular a las personas, ni presionarlas, ni moldearlas a tu antojo.
Rachel permanece en silencio, con un semblante confundido y es la primera vez que sus ojos no me transmiten nada.
Exploté. Exploté con la persona que menos estaba involucrada. De verdad lo siento, Rach.
Cierro los ojos y cubro mi rostro con mis manos. Rachel asiente y termina su almuerzo, sin decir palabra alguna. De vez en cuando la miro a través del espacio entre mis dedos y ella sigue ahí. Inmutable. Una vez que suena la campana, ella se levanta y se pone a lado de la mesa, levanto la mirada perpleja y ella hace un ademan para irnos con la cabeza. Salimos de la cafetería y es cuando nos separamos. No comprendo que acaba de pasar.
- Rachel... yo...- pero ya esta muy lejos de mi para escucharme.
Me conduzco sumida en mis pensamientos por el pasillo principal, ignorando a los demás a mi alrededor mientras me miran como si fuera la primera dama, parece que nadie sabe lo que paso con Hill. Claro que no, si lo supieran no saldría con vida de este lugar.
He estado evitándolo lo que parece ser toda la mañana. Quisiera poder enfrentarlo, decirle lo que siento y que diga lo que tenga que decir, pero no puedo. Tengo miedo de lo que me diría, a pesar de que Theodore me haya dicho que todo estaría bien, Hill es el chico más codiciado de Rochester, debe de tener reputación, orgullo o algo así. Si hablo con él, es probable que me rechace. Un segundo, ya lo rechacé, si él lo hace todo seguirá como antes. Pero aquí el problema, no quiero perderlo. ¿Qué estoy diciendo? solo tengo 17 años, conoceré a más personas.
El debate de mi mente parece mitigarse cuando recuerdo que tengo una clase. Apresuro lo más que puedo mis pasos para entrar a ese santuario, digo, salón, sin que parezca que estoy huyendo. Apoyo mi mochila a mi costado y trato de relajarme.
- El profe no va a venir. - por favor no, tú no. Tomo aire y siento como mi corazón bombea cada vez más rápido.
No puedo emitir ningún sonido, por lo que me limito a sonreír. Por favor cerebro, haz algo.
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100 DÍAS PARA OLVIDARTE
Ficção Adolescente¿Te has enamorado de alguien del que sabías que no era una buena idea? En esto se resume la vida de Samantha y Tyler, dos adolescentes que solo quieren ser libres de su pasado y dejar de huir, sin saber que su nuevo amigo pasa por exactamente lo mis...