𝕆𝕁𝕆𝕊 𝕀ℕℂ𝔸ℕ𝔻𝔼ℂ𝔼ℕ𝕋𝔼𝕊 || 𝒐𝒏𝒆 𝒑𝒊𝒆𝒄𝒆 ||

𝟏𝟔: 𝑯𝒊𝒌𝒆𝒏 𝑵𝒐 𝑨𝒄𝒆

En la tarde...

Luscinda llega al último peldaño que conduce el último nivel de la torre de impel down, donde yacen los peores criminales que la marina ha arrestado.

Llevando una bandeja de comida.

Tuvo suerte de no estar siendo vigilada por guardias; a pesar de las protestas de Sakazuki —Ella le dice Akainu pero está siendo obligada a tratarlo con respeto, una gran estupidez– , Garp le hizo ese favor a cambio de tener una pulsera de roca de mar en su muñeca.

El almirante no puede hacer nada contra el héroe de la marina.

Viendo entre las rejas ve a incontables presos, desde asesinos hasta piratas de grandes recompensas.

Ella pudo haber estado aquí.

Pero no fue así, sino que es una marine que carga con el privilegio de alimentar al nieto del vicealmirante.

Aunque la bandeja es casi una excusa.

— Hey, tu — Espeta una reconocida voz.

Al girar a su derecha, lentamente hace presencia entre las sombras una figura prominente, haciendo sonar las cadenas. Luscinda casi deja caer la bandeja al ver al conocido Señor 0, mundialmente famoso -ex Shibukai- Crocodile.

Es un papucho.

No — dice su conciencia — Concéntrate.

— No vengo a verte a ti — Comenta queriendo no sonar tan fangirl.

Dentro de la pantalla no podía dejar de mirarlo (esa voz le añade puntos), y verlo en la vida real es difícil concentrarse. Odiaba que fuese tan... Atractivo el maldito.

Suspirando, Luscinda se acerca hasta Ace y Jinbe.

Los prisioneros notan la prescencia de un desconocido, no es uno de los guardias, tampoco uno de los suyos, por lo que prestan atención ante el ser que yace delante de ellos.

Ace, a pesar de estar debilitado por la roca de mar y una decadencia alimentaria, puede ver bien a aquella persona. Es bajo, de cabello revuelto y blanco, de piel moreno... por la forma en que se viste se hace notar su tronco, en el pecho se pueden ver dos masas del tamaño de dos naranjas.

¿Una mujer?

— ¿Quien eres? — Pregunta Jinbe por él.

—Oh, nadie en especial... solo vengo a entregar algo.

Ace y Luscinda conectan miradas y sin saberlo, el rostro de la marine refleja lo que su interior siente: tristeza. Su sonrisa, es una mezcla de desconsuelo y melancolía.

Verlo así le dolía, amaba a ese chico. No en forma romántica, sino como una persona cercana, de esos que recuerdas con cariño y te invade el llanto al recordarlo.

Ace, un poco desconcertado, hace un escrutinio a la muchacha, de pies a cabeza, nota que tiene una pulsera muy gruesa para su muñeca y una bandeja con...

¿Comida?

— Eso es..

— Sí, es comida. Es para ti.