Capítulo 19

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Son las 6am y estoy despierta viendo una clase que perdí ayer, ni siquiera presto atención. Y no es que no quiera; es que mi mente está ocupada en otra cosa.

Los eventos de la noche anterior se repiten una y otra vez en mi cabeza como una película. Me siento culpable, podrida y sobretodo triste.

Cuándo miro nuevamente a la pantalla del portátil, me doy cuenta de que la clase ha terminado así que apago la cámara y salgo con el sobre que papá me dió anoche en mis manos.

Me dirijo hacia dónde está Lucian y cuando lo veo, mis ojos se nublan impidiéndome dar un paso más.

Lo quiero, pero no quiero que sufra por mi culpa. Porque podré ser una asesina, manipuladora, mala persona y todo lo que me han llamado a lo largo de mi vida y eso puedo aceptarlo. Pero jamás aceptaré ver cómo la persona que amo es herida por el simple hecho de estar enamorada de mí.

—¿Hola?— Lo llamo tomando fuerzas y avanzando hasta estar cerca de él.

—Leoncilla.

—¿Cómo estás?

—¿Ya te había dicho que te amo?— Suelta y dejo de respirar por un momento.

—Creo que no.

—Bueno, te amo. Pero te amaré más si me dejaste a Brandon para mí.

Te amo... Nunca le he dicho esas palabras a alguien fuera de mi familia y quisiera decírselas a él, pero no sería justo. No ahora...

—Todo tuyo, está en el calabozo subterráneo — informo ayudándolo a sentarse. Cuándo lo hace, le paso el sobre.

—¿Qué es?

—Tu contrato de liberación — empiezo con voz quebrada — Desde hoy no le perteneces a la mafia rusa o francesa. Eres libre Lucian; pero te aconsejo alejarte de tu padre no vaya a ser que ahora te venda a los marcianos.

—¿Cómo...

—A partir de ahora tienes prohibido acercarte a mí — continúo el discurso que he practicado toda la noche — Puedes decidir si trabajar o no con papá, pero debes entender que eso será lejos de casa. Cuándo te recuperes podrás irte.

Sus ojos se llenan de lágrimas al igual que los míos y quiero abrazarlo. Pero no lo haré, no puedo permitirmelo.

—¿Qué pasa? Se supone que estábamos bien ¿hice algo? ¿te sentiste incómoda en algún momento? Puedo mejorarlo, lo prometo.

—No hiciste nada — Soy sincera, pues no merece echarse la culpa — Es una decisión que estuve pensando durante semanas. Yo estoy enferma y no sé por cuánto tiempo vaya a estarlo; busca a alguien con quién disfrutar tu vida sin miedo a perderla Lucian, te lo mereces.

—Sabes que te mereces ser feliz, ¿no? No sé quién te hizo tanto daño pero Darya, eres suficiente para mí. No quiero estar con nadie más que no sea contigo.

—Ya la decisión está tomada.

Eso es lo último que digo antes de salir del lugar.

No puedo controlar las lágrimas que se escapan de mis ojos en el camino de regreso a mi habitación.

Me siento triste, pero es una tristeza que nunca había experimentado. Es casi asfixiante, cómo si intentara asesinarme por tomar una mala decisión.

Ya en mi habitación, abrazo a Chispas y lloro encima de él. Lo hago hasta que ya no me quedan fuerzas y termino dormida en el suelo junto a mi mascota.

En la tarde, hago una llamada con mi editora y luego recibo un mensaje de Corina por correo electrónico.

Corina: lo siento vale? La estoy pasando mal. Te necesito ¿podemos vernos y ser amigas de nuevo?

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