Por aquellos entonces vivía en un pequeño pueblo.
Me dedicaba a las artes musicales,sin duda era el mejor del pueblo.
Ni si quiera Eraldo Baldés ‐que fardaba de sus sonatas- conseguía ser rival para mí.
A menudo recibía encargos muy variados. Desde sinfonías hasta sonatas y a veces, con suerte, recibía petición de hacer misas.
Pero fue en especial un pedido el que lo cambió por completo el curso de mi vida.
Fue un encargo anónimo por carta que especificaba la necesidad de una misa funeraria.
¡La mejor de ellas! imploraba la carta.
Además, exigía la obra terminada en un plazo justo de dos semanas.
Así pues, tomé pluma y papel y comencé.
Estaba acostumbrado a recibir encargos religiosos pero en el género funerario no estaba muy experimentado.
Aún así, conseguí al cabo de un par de minutos desarrollar una idea.
Le dediqué días y noches , sudor y lágrimas a colocar notas en un lienzo .
Noches de desvelo que me fueron apagando poco a poco pintando bajo mis ojos oscuras manchas y palideciéndome el rostro.
Sentía como cada nota que trazaba sobre el pentagrama, me volvía cada vez más frágil.
Al cabo de nueve o diez días, mi rostro envejeció, perdiendo aquella efusividad que solía poseer.
Con cada siniestra nota que dibujaba sobre el pentagrama ,más funesta se volvía mi mirada.
Las últimas noches antes de la entrega fueron las peores, cada nota resonaba en mi cabeza arrebatándome el sueño.
Llegado el crepúsculo del último día de plazo, finalicé al fin con mi obra. A la que titulé: Réquiem dolorosa.
Satisfecho con mi obra, decidí permitirme tras varias noches el lujo de recostarme en la cama a reposar.
Tuve un sueño insuficiente, mas eso no me impidió levantarme a la hora habitual para esperar la llegada de mi cliente .
Esperé mañana y tarde en vano, el misterioso cliente no hizo acto de presencia.
Con mi obra terminada y mi humor por los suelos , decidí al fin , darme el placer de recostarme en mi mullida cama .
Aquella noche , varios ruidos se producieron en mi casa , que me impidieron coger el sueño rápidamente.
Aún así,tras un par de horas pude comenzar a dormir .
Me desperté con los huesos doloridos y completamente desubicado.
Estaba recostado en un lugar pequeño, mullido y oscuro.
Fue entonces cuando algo escalofriante sucedió.
Mi obra , el Réquiem Dolorosa comenzó a sonar.
Fue entonces cuando me percaté de que estaba en un ataúd.
Y comprendí que, aquella obra, a la que tanto había dedicado, fue mi final.
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Un misterioso encargo
Короткий рассказ⚠️🚫Prohibida la copia o adaptación🚫 ⚠️ Pequeño relato de terror .