El lunes vamos a asistir a un concierto de estrellas en la luna. Vas a emocionarte porque una de ella va a decir tu nombre y gritarás desaforada que las amas y me mirarás con los ojos llorosos y me confesarás lo mucho que aprecias este regalo. Vamos a volver a nuestra casa agarrados de la mano mientras te apoyas en mi hombro como si hubieses vivido lo suficiente por hoy.
El martes vas a levantarte de buen humor y tus ojos brillarán como si dos asteroides se estuvieran chocando y destilaran partes del ayer. Vamos a tomar el desayuno en la cama, me harás mi café favorito, el latte. Faltaremos al trabajo para darle tiempo a nuestros cariños. A la tarde flotaremos en el espacio y voy a regalarte un planeta, uno de esos que viste por tu telescopio.
El miércoles jugaremos al ajedrez y vas a ponerte muy competitiva y me ganaras todas las partidas, festejaras cada una de ellas con un baile pavo. Y yo tendré toda la cara pintada con mamarrachos porque al que pierde se le pinta la cara con fibron, esa regla siempre la vas poner antes de empezar cualquier juego. Vas a divertirte tanto que te mearas de la risa, mojaras todo el sillón, me reiré por el momento, te enojaras más por la vergüenza que por mi risa.
El jueves voy a mirarte dormir, veré cómo un rayo del sol te molesta en el ojo izquierdo, vas a abrirlo y el color de tu ojo será miel, lo besaré como si quisiera comerlo como un caramelo. Al mediodía me despediré para ir al trabajo pero antes nos pondremos ropa de pareja para estar iguales.
El viernes estarás ausente en tus palabras y respuestas. Soltarás un te amo flojo y luego me vomitarás encima porque la leche del café te va caer mal.
El sábado iremos a tomar una cerveza y nos contaremos anécdotas del inicio de nuestra relación, sonarás melancólica, como si extrañaras aquellos tiempos, pero no me daré cuenta de que necesitas esa complicidad, la inocencia del primer amor. Mientras caminamos por el parque de vuelta a casa, me dirás que ya no amas mi presencia a tu lado, que ya no amas mi enamoramiento, que ya no amas nuestros momentos de risa, que ya no amas mis regalos.
El domingo empezaré a olvidarte mientras le preguntó por qué a las plantas que me regalaste.