Capítulo 42: Por nosotras ✅

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Fernanda llegó temprano a la casa, como siempre llena de energía sin importar la hora del día que fuese, y apenas le permitió tomarse un café cuando ya la estaba enviando a la ducha. La apuró cada minuto mientras merodeaba por su vestidor en busca de algo que ponerse, alegando que había pasado la noche en el apartamento de Jaime y ahí no tenía una ropa adecuada para la ocasión.

Mentira. Sabía que, aunque ella no quisiera decirlo en voz alta, ya se había instalado desde hacía semanas en la casa de su novio y que él estaba encantado con la idea. Él mismo se lo había confesado a su esposo en una de sus conversaciones matinales que ella escuchó sin quererlo.

Pero ese día pretendía pasarlo mejor que nunca y tampoco le importaba que su mejor amiga se aprovechase de su buen humor. Cuando salió de la ducha, Fernanda ya tenía armado en su cuarto un auténtico desastre que juntas lo volvieron un caos absoluto. Convirtieron la habitación en una improvisada pasarela, primero una y después la otra, probándose diferentes conjuntos hasta encontrar el ideal para salir.

Finalmente, se decidió por un conjunto completamente blanco: un vestido liso por encima de la rodilla, medias con estampado y el abrigo que se había comprado unas semanas atrás pensando en las bajas temperaturas que le esperaban en Madrid. Terminó por escoger unas zapatillas planas, también blancas, que fueran muy cómodas para caminar y la bolsa en color negro que Alonso le había regalado por su último cumpleaños. 

—¡Apúrate, Fernanda! —gritó cuando ella ya estaba terminando de retocar sus labios y su mejor amiga aún no salía de su vestidor—Después de todo llegaremos tarde.

—Todavía tenemos tiempo —le respondió. Cansada, fue en su busca y la encontró frente al espejo que tenía con el teléfono en la mano y tomándose fotografías a sí misma.

—¿Es en serio? —la cuestionó, cruzándose de brazos—Ni siquiera yo hago una cosa así.

—¿Qué? Claro que lo haces, Regis, ¿acaso olvidaste con quién estás hablando? —la contradijo—. Te he visto tomarte fotos frente al espejo por horas para decidir qué ibas a ponerte.

—¡Obvio no!

—Obvio sí —la imitó—. Además, en esta ocasión las fotos no son para mí.

Fernanda le mostró la pantalla de su móvil y pudo ver que conversaba con Jaime, que acababa de enviarle una veintena de emojis con ojos en forma de corazón al recibir las imágenes de su novia. Esa mañana su mejor amiga le tomó prestados unos jeans azules que se le ajustaban a la perfección junto con un jersey blanco de cuello vuelto y algo más corto en la parte delantera que dejaba ver parte de su abdomen.

—Ya, Fernanda, tú sabes que me encanta que estén tan enamorados, pero dijimos que hoy es un día solo de amigas.

—Él las pidió —se excusó, encogiéndose de hombros mientras escribía algo y finalmente guardaba el teléfono—, pero ya estoy —anunció, tomando el bolso—. Ahora sí, comienza nuestro día de chicas.

Fernanda no le permitió manejar, ni siquiera ayudarla a controlar el GPS para saber del lugar al que la llevaba. Dejaron el auto y caminaron un poco, descubriendo en cuestión de minutos dónde la había llevado su mejor amiga. La miró y se encontró con una amplia sonrisa que ella no dudó en corresponderle antes de abrazarla.

—¡Es nuestro lugar! —exclamó, emocionada. 

En el barrio de las Letras, Fernanda, Rebeca y ella encontraron, años atrás, uno de los restaurantes más hermosos y especiales que habían visitado nunca. El lugar estaba inspirado en una típica plaza provenzal. Un espacio íntimo y acogedor que siempre habían sentido como su segunda casa. Una en la que pasaban un rato tranquilo y en paz entre amigas aprovechando la calma que les daba que el restaurante fuera como un jardín en su interior.

Eterna Tentación #BilogíaTentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora