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alexa plays YOU'RE GONNA GO FAR of noah kahan
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Está era la vigésima vez que Peyton pisaba San Mungo, haciéndolo ya un récord para casi los dos meses de vacaciones que estaba, muy amargamente, disfrutando.
No había tenido idea de que San Mungo albergaba un espacio especial para gente como... el. Aunque, según su madre, se habían asegurado que todo sea lo más discreto posible sin querer llamar la atención de nadie en absoluto. Lo último que su madre quería era que por sus cambios empiecen a verlo con otros ojos.
Peyton quería imaginarse que no había mucha diferencia de el entre esos dos meses fuera de Hogwarts pero, según todos a su alrededor (Que se limitaban a su madre y Gary) si que había algo diferente.
- Abra - si, empezando por la boca. Peyton abrió, sin mucha maña, dejando a la vista al medimago sus perlas blancas pero el se concentro en sus caninos apoyando la punta de uno de sus dedos en la parte más afilada. -. Si, como ya lo había dicho con anterioridad. Crecieron lo suficiente para atravesar carne fácilmente.
Sabía que no le hablaba a él sino a la sombra que era Evangeline Jerkins que se había instalado en una esquina donde podía ver cada estudio o más bien revisión.
- ¿Crecerá más?
- Lo dudo - el señor Rodin era un buen tipo. Rechoncho, barba abundante y sin un solo pelo en su cabeza pero era paciente. -. El muchacho está más que bien, señora Jerkins, no veo porque traerlo cada dos días sea necesario.
Peyton pudo ver al instante el celo arrugado de su madre cuando por fin pudo cerrar la boca y pasarse la lengua por la punta de sus dientes.
- ¿Que tan seguros estamos...?
- Señora Jerkins - la apaciguo Rodin - puedo asegurarle, con mis estudios, que Peyton no padece ningún mal más allá de crecimiento de cabello, perdida de masa y crecimiento de apetito que es lo que ocurre al ser atacado por un hombre lobo.
Evangeline miro a Peyton pero el ya estaba con la cabeza tirada a un costado, contra la pared fría.
- ¿Y su pierna? -pregunto su madre y ante la mención de la pierna Peyton dejo caer su palma sobre su muslo. No podía sentir las cicatrices gracias a la mezclilla oscura de sus pantalones pero era una presencia constante, un dolor fantasmal, un tirón cada vez que se mencionaba.
Rodin apoyo su mano, callosa y enorme, en el hombro de Peyton. - El muchacho está más que bien. Su pierna es un problema menor y mientras el siga mis indicaciones dentro de poco ya no necesitará del baston.