Capítulo 20

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Silbo una melodía extraña cuándo entro a la cocina a dejar el cuenco de ensalada ahora vacío, me limpio el sudor con las manos y cuándo quiero volver a mí habitación papá se cruza en mi camino.

Lo miro esperando que hable, sé que tiene que decir algo porque si no me hubiese dejado irme. Al ver que tarda más de lo habitual empiezo a sentirme desesperada y con calor.

—¿Qué tienes?

—¿De qué?— pregunto confundida, mi temperatura corporal volviendo a la normalidad.

—Jora me dijo que estabas mal.

Ahhh, a eso se refiere.

—Sí, pero ya se me pasó ¿quieres ensalada? puedo hacer más.

No dice nada, así que me encojo de hombros y camino a mi habitación silbando, papá me sigue pero no dice nada así que solo entro y le doy un brócoli a Chispas.

—Darya ¿qué pasa?

—Estoy bien— lo tranquilizo — O sea, hace rato si estaba mal. Pero ya estoy bien.

—¿Y no estás triste?

—No.

—¿No quieres que llame a la terapeuta?

—Nonel.

—Si te sientes mal avísame, sí?

—Me siento un poco ansiosa— confieso y el toma asiento en mi cama para que siga hablando — Como si necesitara los calmantes que el doctor me receta, lo estoy desde que empezó todo esto.

Luego de la primera cirugía, los calmantes y analgésicos eran parte de mi rutina. Calmaban el dolor e incluso podía dormir sin sentirme debil mientras lo hacía o tener parálisis del sueño.

—Y anoche soñé de nuevo que me ahogaba — termino mirándolo.

—¿Cómo fué?— intenta parecer calmado, pero sé que no lo está. Lo conozco perfectamente como para entender sus expresiones y emociones.

—Estaba en un barco, y luego el banco se hundía y yo intentaba nadar pero no podía salir a flote, luego miré mi pierna y había algún objeto de hierro amarrado a ella. Luego sentí que caía hacia el fondo del océano y no podía despertar, ya sabes. Lo de siempre.

—Siempre vas a mi habitación cuándo eso pasa ¿por qué no lo hiciste?

—No quería molestar.

—Darya, nunca me has molestado. ¿En qué momento empezaste a creer que sí?

Ahora siento algo de vergüenza y me debato entre sí decirle porque lo pienso o no, se que el no va a juzgarme. Pero no puedo evitar sentir que estoy armando un problema que tal vez ni siquiera exista.

—Hace como siete días — empiezo — no me diste los buenos días, luego pasaste todo el rato en el celular mientras cenábamos y cuándo me fui a la cama no me diste las buenas noches. Pensé que hice algo mal y que ya no me querías.

—Darya, eres mi hija. Te voy a querer siempre ¿me oyes? Y aunque no seas mi hija creme que sería difícil no quererte. Dime ¿de verdad no quieres que llame a la terapeuta?

—Me va a medicar.

—Eso lo hace el psiquiatra.

—Pero ella me va a enviar al psiquiatra.

—Es importante que cuides tu salud mental Darya, el trastorno límite de personalidad es muy complejo. Puedes tener una recaída ahora que estás pasando por todo esto.

CARPE DÍEM ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora