Capítulo 3

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ADVERTENCIA: El siguiente capítulo contiene material violento sicológico y explícito que puede herir la sensibilidad del lector. Se recomienda discreción.

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Durante la cena, Lana escuchaba animadamente a Lucy sobre lo ocurrido entre Haiku y su novio, cuando de reojo notó a Lola decaída removiendo la sopa con su cuchara.

—Lola, vamos. Ponle atención a Lucy. Estoy segura de que no querrás perderte de este chisme.

Su gemela suspiró antes de ponerse de pie.

—Perdón. Ya me siento llena. Iré a terminar mi tarea.

Los padres no le dijeron nada permitiéndole marcharse a su habitación a pesar de haber tocado apenas su cena. Podían entender el porqué de su actitud. Ya habían transcurrido dos días desde que la policía al día siguiente de la última vez que vio a su amigo, había tocado a la puerta del hogar para hacerle algunas preguntas rutinarias, sobre qué tan cercana era al muchacho Winston y lo que sabía de este y pudiese ser de ayuda para su búsqueda, siendo ya oficial su desaparición desde la mañana en que se suponía debió de ir a la escuela. Lola no pudo serles de ayuda para que pudieran averiguar dónde localizarlo.

—¿En serio no van a decirle nada? —Lincoln indignado le increpó a sus padres quienes avergonzados desviaron la mirada.

—Ya hemos hablado con ella, Lincoln —le explicó su madre—, pero ya no hay mucho que podamos hacer por Lola más que rezar para que tengamos noticias de su amigo y de que se encuentre bien. Eso sería lo único que podría reconfortarla.

Lucy suspiró.

—¿Y si nunca llegan a encontrarlo?

Hasta Lisa pareció compungida ante la posibilidad. El mayor de los hijos en la casa negó con un gesto.

—No podemos ser tan negativos. Estoy seguro que tendremos noticias de Winston y estas serán positivas, pero si no es así, lo siento por la familia de Winston, pero es Lola quien me preocupa —se levantó de la mesa tras ser el primero en terminar de comer—. Con permiso.

Una vez que dejó los trastes en el fregadero de la cocina, subió a la segunda planta determinado a ayudar de un modo u otro a su hermana.

Se detuvo frente a la puerta la cuál tocó sin recibir respuesta, más allá del gimoteó compungido que alcanzó a escuchar del otro lado.

—¿Puedo pasar?

Ella no le respondió y no cesó su llanto. Lincoln suspiró.

—Voy a pasar, Lola.

Se lo advirtió por cortesía para evitar verla en una situación embarazosa, como en paños menores, no es que le molestara el encontrarla así, por el contrario, era lo que esperaba, pero por supuesto no iba a mostrarse tan evidente al respecto.

Adentro encontró a su hermana tirada boca abajo sobre su cama llorando a lágrima viva con la ropa puesta, la falda perfectamente acomodada y con la cara oculta contra una almohada

El muchacho se sentó en la cama junto a ella aguardando unos minutos antes de comenzar a acariciarle el cabello.

—Me duele verte de esta manera, Lola. Puedo darme cuenta de lo mucho que quieres a Winston.

La jovencita lo miró de lado. Su maquillaje se le había corrido manchándole las mejillas acentuando sus ojeras.

—No entiendo qué es lo que pudo sucederle. Se lo dije a la policía. Winston no tenía motivos para huir de casa hasta donde sé, ni era de esa clase de chicos que se meten en problemas con nadie... como me hubiera gustado.

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