Llantos y sollozos, eso es lo único qué puede hacer aquel ser después de ser expulsado junto a sus hermanos del cielo hacia el infierno, ocasionado por la rebelión qué hicieron estos últimos después de enterarse de lo qué hizo Dios.
Él, un simple omega qué se negó a tener una relación juntó a su creador, un alfa, al cual veía con anterioridad como a un padre, fue violentado de la peor manera, por lo cual quedó embarazado, aunque en sus pensamientos más profundos sabe qué ese feto no tiene la culpa de nada, no quiere tenerlo por ser producto de una violación y por las consecuencias qué podría haber en algún futuro, y por las heridas qué obtuvo gracias a Miguel, esta la posibilidad de qué lo pueda perder.
—Duele... —murmuró intentando curarse, de lo cual desistió luego de algunos segundos cuando se empezó a quemar por aquellos hechizos benditos.
—Lo siento —dijo Mammón, un beta qué se encuentra a su lado, por no poder protegerlo, abrazándolo sin llegar a lastimarlo más de lo qué está, sintiéndolo temblar por el contacto.
Los demás están por los alrededores, no tan lejos del omega mayor, maldiciendo por la imprudencia qué hicieron, la cual no pudieron evitar por lo qué le hizo Dios a su querido hermano; pero al respecto con Miguel... A él nunca le perdonarán lo qué hizo, lo cual fue obligar a Lucifer a irse de los cielos, lastimandolo gravemente en el proceso, aún sabiendo que no estaba demasiado involucrado en la batalla.
Los sollozos se fueron calmando poco a poco hasta qué en el lugar solamente queda el silencio de la amargura; Lucifer se queda finalmente dormido entre los brazos del beta, después de todas esas emociones qué le han aquejado esos últimos días junto a las pesadillas, vaya qué lo necesita, aunque sea, por unas horas; Mammón suspira, acomodando mejor al mayor entre sus brazos para mirar a los demás qué se están acercando, en su mirada se nota la ira y la sed de venganza contra aquellos qué les hicieron un daño irreparable.
—Esto no se quedará así —susurró Asmodeus, tiene el ceño fruncido y la mandíbula tensa por el rencor, se sienta finalmente al otro lado de Lucifer para empezar a acariciarle la cabeza con calma, sin llegar a despertarlo.
En las miradas de todos se nota qué lo van a proteger mejor desde ese momento para qué no sufra nuevamente algo como aquello.
No van a permitirlo nuevamente, tendrán qué pasar por sobre sus cadáveres.
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—¿Qué fue lo qué hice? —susurró el arcángel Miguel lamentándose en aquel prado del cielo, las lágrimas están rodando por sus mejillas.
Lo escuchó por parte de su creador, el cual admitió sobre el abuso mientras le decía qué la culpa fue de Lucifer por tentarlo. ¿Cómo podía decir aquello de su hermanito? ¡¿Por qué no escuchó a los otros?!
Ellos ahora lo deben de odiar, claramente eso se lo merece, fue un estúpido por no haber escuchado lo qué decían; intentaba parar el llanto sin ningún éxito, pensando ahora qué él no podrá escapar de ese sitio ni contarle a sus demás hermanos sobre el tema porqué le fue prohibido, y si llegará a hablar, claramente podría morir en el acto, lo cual no quiere porqué primero tiene qué disculparse con Lucifer.
Lo único que puede hacer en esa situación, se recrimina una y otra vez por lo qué hizo hace algunas horas atrás.
Su alfa interno aúlla de dolor por haber lastimado a su familia, a su hermanito al cual prometió proteger y no defraudar, lo cual no cumplió por no creerle en ese momento y por haber seguido las órdenes de un Dios qué parecía todo lo contrario a lo qué se pensaba qué es.
—Perdóname... —susurró sabiendo qué no sería escuchado, tapando en el proceso su cara entre sus manos.
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A Su Debido tiempo (Omegaverse)
Fantasy𝔸𝕕𝕧𝕖𝕣𝕥𝕖𝕟𝕔𝕚𝕒 𝕕𝕖 𝕔𝕠𝕟𝕥𝕖𝕟𝕚𝕕𝕠: -𝔸𝕓𝕦𝕤𝕠. -𝕄𝕒𝕟𝕚𝕡𝕦𝕝𝕒𝕔𝕚𝕠́𝕟. -𝔸𝕦𝕥𝕠𝕝𝕖𝕤𝕚𝕠𝕟𝕖𝕤. -𝕄𝕖𝕟𝕔𝕚𝕠́𝕟 𝕕𝕖 𝕤𝕦𝕚𝕔𝕚𝕕𝕚𝕠. ~~~ Un omega, nació siendo de esa casta pero eso no impidió qué pudiera ser igual de importan...