二十一

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"de la noche a la mañana"

Apenas volví a sentir el aire a entrar a mis pulmones,  me dejé caer sobre el techo aún apoyándome en la punta, tosiendo por unos segundos sujetando el cuerpo de Shinobu, que solté apenas está comenzó a toser, soltando agua regulando su respiración poco a poco.

Apoyé una mano en su espalda baja sobresaltándola.

Nos miramos por unos segundos, ella bajó la cabeza cayendo sobre el techo, notando cómo se había desmayado.

- ¡¿el demonio, dónde quedó!?- escuché no muy lejos, y por el susto me agaché pasando un brazo por sobre Shinobu, manteniéndola a ras del techo- joven plantita!! -llamó y pude verlo a caminar por el puente, que unía la tierra del templo- Aloh, Aloja!! ¿Donde estás? Todo está bien ahora.... espero-

Ligeramente me asomé, notando que el hombre en llamas llevaba el uniforme de Shinobu pero, pero con capita.

Me levanté con las piernas temblando, golpeando ligeramente del techo pero parecía no escucharme.

¿Está sordo o qué?

- Aló!!- volvió a gritar volteando a varios lados-

Una de las tejas quedó suelta, la tomé y se la lancé, cuando subió la cabeza al mismo tiempo le cayó la teja en la frente.

- me alegra que esté bien- no dejo de sonreír aún cuando el moretón comenzaba a formarse, haciendo que me encogiera de hombros-

A los pocos segundos me ayudó a sacar a Shinobu del techo, dejándola acostada en el piso, pues no había camas o furgones aún secos alrededor.

El lugar efectivamente era un templo, al interior tenía varias personas dentro, algo mojadas y bastante confundidas, las plantitas terminaron de desaparecer a los pocos segundos de entrar, y las cosas de las paredes poco a poco se iban secando.

Curé mis piernas cerrando las heridas con agujas e hilo, y luego las vendé, sin embargo, dolían mucho, no acostumbraba a coser cortes tan pequeños por lo general eran cortes grandes y poco profundos, aunque también puede que se debiera a que perdí la práctica.

Pásaron las horas en las que el hombre en llamas con capita me dijo que se llamaba Rengoku, y aunque estuviéramos a unos cuantos centímetros seguía gritándome.

Era un hombre extraño.

Entre medio vi un cuarto con muchos libros, al que no tuve tiempo de ir hasta que llegó la noche, cuando llegaron los kakushi y pudimos dejar con Rengoku todo en sus manos. Cuando todos estaban distraídos, tomé una la lamparita y me fui a aquella habitación, con los libros que me había dado la hija del señor, seguían mojados y las letras eran ilegibles, tomé uno al azar de la estantería y pese a haber estado bajo el agua estos sí estaban secos, así como todas las cosas en el templo.

Trataba de entenderlo, pero parecía como sí tratara de ubicar todos los órganos en un cuerpo humano cuando nunca lo has visto por dentro.

- hola T/n- escuché a mis espaldas sobresaltándome- me dijeron que viniste para acá encontré, a Shinobu que dejó de apoyarse en el marco de la puerta y caminó a la mesa en la que estaba sentándose a mi lado-¿ se arruinaron no?- preguntó apoyándo ligeramente la mejilla en la mesa y asentí- Rengoku me dijo que ayudaste a acabar con el demonio, y también que me sacaste del templo- desvíe la vista con algo de vergüenza, volviendo a asentir-...Gracias -dijo después de unos segundos, aunque no podía verla porque no tenía el ojo de ese lado- te debo  una disculpa T/n, cuando salimos de la sede lo único que quería era deshacerme de ti, creí que así sería más fácil tratar con tus compañeros para que se unieran a la organización, pero si hubiera sido así, puede que hoy hubiera muerto, no soy pilar hace mucho y aunque he recibido el apoyo de todos sigo siendo muy sensible, y sobre todo débil cuando se trata de estas cosas ¿patético no,- sonrío aunque oia cierta desprecio en su voz-

Mi Vida {Shinobu Y Tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora