Ella lo mira cuando está de espaldas
Aprovecha y clava sus ojeras en candado
Sus manos las marcaron negras
Hondas como el cielo y su apagado
El no la percibe hasta que se inquieta
Parpadea y siente lo que come de culpa
Un collar que no se puede cerrar
Bruces que solo él ve y planea
Nadie puede intervenir su ceguedad
La alimenta con odio que después ella
Vomita y repudia de no comprender
Nada de lo que pasa ya digiere
No lo entiende
La tapa con su manta
Tejida y bordada de amor pútrido
Y se duerme angustiada
Al lado con sus pesadumbres
Sin consuelo ni cariño alguno