Mañana de compras

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— Venga TN, tenemos que buscar ese pintalabios que tu abuela nos ha pedido.
— Pero mamá, no tengo ganas de ir a comprar hoy, ya te lo dije.
— Bueno, si no quieres venir a la tienda de maquillaje puedes quedarte en la librería.
— Valee - dije contenta.
Mientras mi madre decidía que color de labios llevarle a mi abuela, yo me quedé en la librería de al lado mirando algunas revistas interesantes (aunque realmente no me lo parecían mucho).
— Anda! Una de cine, por fin! - exclamé mientras trataba de alcanzar con la yema de mis dedos aquella revista que pude identificar al final de la estantería.
Al revisar la portada con atención pude notar que no era una revista normal. Aquella estaba única y exclusivamente dedicada a la película "Titanic".
Tampoco me disgustó la idea de echarle un vistazo pues era una película que me fascinaba, y siempre me había gustado mucho su protagonista, aquel chico de ojos azules.
Al abrir la revista pude notar que aquel chico, el principal motivo por el que decidí mirar por encima la revista, no estaba por ningún lado.
— Qué extraño. - me dije agachándome para sentarme en el suelo con la revista todavía abierta.
— No dice nada sobre Jack Dawson y mucho menos sobre Leonardo DiCaprio. - volví a murmurar mientras revisaba de nuevo todas y cada una de las hojas.
De repente la puerta de la librería se abrió de golpe, dejando pasar a una señora de unos 45 o 47 años con un gesto de enfado que podía verse a leguas.
Tras ella apareció un chico alto, rubio de ojos azules, cuya cara se me hacía muy conocida. El corazón se me paralizó por un segundo. ¡Era él!
¿Cómo era eso posible?
— ¡Estoy muy harta de ti! - gritó la señora.
— Pero mamá, solo te estoy diciendo que no pienso hacerlo - dijo el con un tono relajado.
— Y ¿ Te parece poco?, no consentiré que rechaces un trabajo por mínimo que sea, ¿me oyes? - volvió a gritar.
Yo estaba atónita mientras observaba la escena desde el suelo tras los estantes.
— ¿Sabes qué? Ve inmediatamente a la farmacia y dile a tu tío que sí aceptas ese trabajo.- dijo ella de nuevo.
— Mamá, me niego a reponer medicamentos, y menos en verano ¡Me niego! - respondió él.
— ¡Es una orden! - exclamó poniendo punto y final a esa discusión con su hijo.
El chico resopló y salió de la librería. Por el gran escaparate de esta pude ver como cruzaba la calle y entraba en un establecimiento con una gran cruz verde que brillaba, indicando que era una farmacia.
Ni la madre ni el hijo se habían percatado de mi existencia durante toda su discusión.
Por mi cabeza pasaron un montón de pensamientos:
•Pero ¿Ese no es?
•¿Que hace aquí?
•¿Porqué no sale en la revista?
Tengo que reconocer que aquella mañana mi madre me había despertado de mala gana con la excusa de que no podía dormir durante todo el día. Pero ¿ tanto me afectaba el cansancio como para tener esas visiones tan extrañas?
La única respuesta era NO, no eran visiones.

Leonardo DiCaprio?  (en curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora