04| Quisiera viajar.

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Mihrimah se hallaba en sus aposentos, reflexionando sobre las recientes mejoras en su relación con Bali Bey

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Mihrimah se hallaba en sus aposentos, reflexionando sobre las recientes mejoras en su relación con Bali Bey. A pesar de las sombras que se cernían en su palacio, estaba decidida a cambiar el curso de su matrimonio. La idea de un nuevo comienzo tomó forma en su mente, y decidió proponerle a su padre, el gran Sultán Suleiman, un viaje a un país lejano.

Salió de sus aposentos y caminó por los pasillos en busca de la habitación de su padre. Podría ser una buena idea cambiar de ambientes, pues, aunque estaba contenta con que Bali Bey le prestara más atención ahora y fuera dulce con ella, algo en su interior le pedía que desconfiara de su esposo.

Gracias a esa voz en su interior, había pasado toda la noche pensando en ir de viaje, porque la mejor manera de solucionar sus problemas era viajando, ¿cómo que no?

Cuando llegó a los aposentos del monarca, la Sultana buscó la audiencia de su padre en los opulentos aposentos del palacio.

── Padre, he estado reflexionando sobre la necesidad de un cambio. El palacio actual me resulta opresivo. ── Solto la Sultana, no midiendo muy bien sus palabras.

Suleiman la observó con interés, preguntándose internamente si su preciada hija estaba bien con su matrimonio, pues él no confiaba del todo en Bali Bey. Sin embargo, siempre supo que el sueño de su hija era casarse con ese hombre, por lo que no intervino en el asunto.

── ¿Opresivo, hija mía? ¿Pasa algo en tu matrimonio? ── Preguntó el Sultán con curiosidad a su hija.

Mihrimah negó rápidamente, intentando que la situación no fuera muy evidente.

── No, padre, todo está perfecto con Bali Bey. Sin embargo, siento la necesidad de explorar nuevas tierras. ── Explicó con una sonrisa.

── Entiendo. ¿Qué tienes en mente? ── Preguntó su padre con una leve sonrisa.

── Rusia, padre. He oído hablar de su belleza y riqueza. Un viaje allí podría revitalizarnos.

── Una idea intrigante, hija mía. Pero, ¿Qué hay de tu esposo?

── Él estará de acuerdo. Será beneficioso para ambos.

Esa sola oración bastó para que el sultán aceptara tranquilamente la propuesta.

── Entonces, así sea. Prepararé los arreglos para tu viaje a Rusia.

La confianza entre padre e hija prevaleció, pero la sombra de los secretos y las tensiones en el palacio persistían, escondidos tras las majestuosas cortinas del imperio otomano.


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Sofia caminó con cautela por los majestuosos pasillos del palacio de Hatice

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Sofia caminó con cautela por los majestuosos pasillos del palacio de Hatice. La Sultana la recibió con una sonrisa brillante que apenas disimulaba su desprecio.

── Buenos días, Sofia. ¿A qué debo el honor de tu visita? ── dijo Hatice, con un tono melódico pero afilado.

── Buenos días, Sultana Hatice. He venido con noticias que estoy segura le alegrarán ── respondió Sofia, manteniendo la compostura.

Hatice la invitó a sentarse, aún con la sonrisa en su rostro.

──Cuéntame, ¿ya has obtenido las noticias que tanto esperaba?── preguntó Hatice, con una mezcla de interés y malicia en sus ojos.

Sofia asintió con algo de miedo en su interior.

──Sí, Sultana. Las noticias que ansía han llegado. Todo está en marcha según lo planeado── dijo Sofia, mirando fijamente a Hatice.

La Sultana Hatice, aunque sonreía, no pudo ocultar la chispa de triunfo en sus ojos.

──Perfecto, Sofia. Has cumplido tu cometido. Ahora, hablemos en detalle sobre cómo esto cambiará el destino de todos en este palacio. ── Hatice inclinó la cabeza, esperando que la mujer dijese algo más, pues al ver que no se marchaba, su paciencia comenzaba a agotarse.

Sofia sintió un nudo en el estómago mientras enfrentaba la mirada penetrante de Hatice.

──Pero antes de entrar en esos detalles, Sultana, hay algo más que necesito compartir con usted. ── Sofia titubeó por un momento, eligiendo sus palabras con cuidado.

Hatice arqueó una ceja, invitándola a continuar.

──Estoy esperando un hijo de Bali Bey. ── Sofia soltó la noticia con un dejo de aprehensión en su voz.

La expresión de Hatice cambió sutilmente de triunfo a sorpresa, pero recuperó rápidamente su compostura.

──Interesante. Eso complica las cosas, ¿verdad? ── Hatice sonrió, evaluando la situación.

Sofia asintió con humildad, reconociendo la complejidad de la situacion y de lo peligroso que podia llegar a ser esto si la Sultana Mihrimah se enterase.

── Sí, Sultana. Pero estoy dispuesta a cumplir con mi deber y proteger este niño. ── Sofia habló con determinación.

Hatice, tras unos momentos de silencio, se levantó y se acercó a un pequeño cofre tallado. De él extrajo un antiguo amuleto.

── Toma esto. Te protegerá a ti y al futuro niño de ustedes. Las intrigas del palacio pueden ser traicioneras, y necesitas toda la ayuda que puedas obtener. ── Hatice extendió el amuleto hacia Sofia.

Sofia lo tomó con gratitud, reconociendo la inesperada muestra de apoyo.

── Gracias, Sultana Hatice. Sus palabras y este amuleto son más valiosos de lo que puedo expresar. ── Sofia expresó su agradecimiento sinceramente.

La Sultana Hatice volvió a sonreír, una sonrisa que ocultaba más de lo que revelaba. Su mente maquinaba, consciente de que, en esta intrincada red de intrigas y lealtades, las deudas siempre se pagaban.

La trama se tejía con cada palabra y gesto, y el destino de todos estaba en juego en ese palacio donde las sombras danzaban entre la luz de la opulencia.

𝖬𝗒 𝗌𝗍𝗎𝗉𝗂𝖽 𝗁𝖾𝖺𝗋𝗍|| 𝐌𝐢𝐡𝐫𝐢𝐦𝐚𝐡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora