—Este, adiós Harmony... —me despedí con un gesto de mano de la mujer extraña pero amable.
—¡Hasta pronto Rose! —dijo haciendo mi mismo gesto con una sonrisa amplia.—¿Rose? ¡Christina, estás en serios problemas!
Mierda
Mierda
Mierda
—¡Que vengas, dije! —exclamó con gesto de "Te mataré, si no vienes"
Me dirigí al escaloncillo con cabeza gacha y mamá de un portazo cerró, retumbándome así en el tímpano.
Se sentó en su sillón preferido para cuando me quiere dar un grito y se irguió.
—Ahora sí, todo paz y tranquilidad... ¿Qué se supone que tienes alrededor de tu brazo? —interrogó seria.
—Es solo que... Iban a robarme...
—Ya veo... ¿Y esa mujer, por qué ha de llamarte Rose?
—Es que... —no encontraba una buena excusa. —Es que ella quería llamarme de otra manera, y pues decidí Rose...
—Sabes que no me engañas, pero lo que importa aquí y ahora es que no estás embarazada, estás viva, y que me dijiste "la verdad". Ahora, ve a la cama; AHORA.Subí, mis pensamientos me dominaban: Amelie, mi captor, Austin y su deuda, mi maldito sueño y mis ilusiones despedazándose ante mis ojos.
A pesar de todo, amaba Austin.
Amaba su manera de afrontar la vida, su libertad, sus ojos oscuros, su voz, risa y todo lo que estuviese relacionado con su presencia. Simplemente era mi todo. Era él quien con sus palabras podía calmar mis más profundos "demonios".
Me desgarraba el poder amar tan profundamente. Y no habría vuelta atrás.
Mi brazo dolía, y mi cabeza daba vueltas.
Encendí la televisión y estaba en Disney, ¿Por qué? Ni la más remota idea. Sentía que alguien había estado en mi habitación. Abrí la puerta de mi armario y solté el grito que tenía guardado en mi garganta por el incidente anterior.
Austin comenzó a reír incansablemente estando asomado por un abrigo.
—¡Eres un imbécil! —exclamé exhausta y malhumorada.
Me calló con su dedo y me besó, sin embargo mi día había sido un asco y ma aleje, indignada.
—No estés así.
Negué con la cabeza y señalé a mi brazo herido.
—Bueno, te acompañaré a donde sea; con tal de que estés bien.
—No quiero que me prometas nada. Quiero que te vayas. Pero no sin antes decirme cuál es tu deuda sin saldar.Palideció de inmediato.
—Yo... Yo, no sé qué decir, es solo q... —No dejé que terminara de hablar y exclamé. —¿Sabes qué? Solo vete, vete de aquí. ¿En serio a quien se quiere realmente, es la persona a la que más dolor se le debe provocar?
—Yo, lo siento; es lo único que puedo decir.Justo cuando le iba a decir por enésima vez que se fuera, recordé de lo que esos hombres serían capaz de hacerle.
—Olvídalo, quédate —le dije sintiéndome una grandísima idiota.
Este sonrió satisfecho.
Tenía miedo de demostrar lo que sentía, mi vida se había convertido en una completa incertidumbre constante.
Lo único que pude hacer fue ir hacia él y fundirme en sus brazos, como si no hubiese mañana; de repente, las lágrimas salían a través de mis ojos cada vez con mayor velocidad.
—Todo estará bien... —me susurró con un tono firme, pero triste en cierto modo.
Me limité a asentir mientras seguía entre sus fuertes brazos sollozando y al tiempo teniendo un gran nudo en el estómago, pero sin notarlo; el mismo desaparecía poco a poco al estar junto a él. Se había vuelto necesario; tenerlo a mi lado, sus abrazos y ocurrencias, pero más que nada, su manera de decir que todo estaría bien al sostenerme en sus brazos como si yo fuese algo frágil.
Pero con o sin él, debía continuar. Dieciséis años la había pasado completamente sola, ¿cuál era la diferencia? Solo el tiempo diría lo que acontecería.
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Desde aquel día
Teen Fiction¿Ha de ser posible confiar en alguien cuando no puedes ni hacerlo en ti mismo? Solo hay una manera de averiguarlo. ¿Se puede querer a alguien que oculta temibles secretos? Christina Miller, una adolescente de dieciséis años. Edad donde su vida d...