Capítulo 18

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Yvonne

Nos damos el gusto de despertar a tiempo por lo menos, he sido muy exigente, me siento agotada, sin embargo, con mis objetivos claros.

Nos bañamos en tiempo récord, con su ayuda quedo presentable para sentarme a la mesa, hoy no tengo ganas de importunar a nadie de mi familia, las personas bajo este techo lo son para mi.

Sostengo la mano de mi esposo, cruzamos el pasillo que nos divide, para bajar las escaleras hacia su comedor.

Las niñas están, mi suegra, solo faltamos nosotros, tengo muchas ganas de conocer en persona al padre de Essoh, a toda la familia de Mahud, estoy ideando un futuro en las cuerdas flojas que me rodean.

Les sonrío, libero a Essoh que saluda a su madre, no sé nunca que esperar con esta señora, solo cuesta intentarlo hasta que me acepte por completo, cuando sepa que llevaré a su primer nieto, ahí será cuando derribe sus murallas.

Deja que le bese la mano, sonrío para ella.

—Buen día, madre —le digo.

—Buen día —responde escueta.

Kenia es la más cariñosa, la alzo en brazos, dándole besos en sus mejillas, la miro, luego a Jaharí y finalmente a mi marido, nuestro pequeño, ya lo imagino, lo deseo con todas mis fuerzas.

Quiero un bebé así, moreno, tendrá sus genes y será idéntico a su padre, con las ganas que tengo, lo sé.

—Hola, cariño —paso por el lado de Jaharí, deja que le dé dos besos, ella me devuelve uno.

Poco a poco me va aceptando cada día más, los miro sentándome a la derecha de mi esposo, quiero encajar siempre aquí, que nunca escuchen de mi parte nada para que me rechacen por completo, suplico que me quieran e imploro para que nos vayamos todos a donde pertenecemos, no me siento de este país, de este lugar.

—Antes que todo, quiero disculparme por no bajar anoche cuando se me había extendido la invitación —expreso, las empleadas nos sirven el desayuno.

Essoh le da un apretón fuerte a mi mano.

—Espero que hoy te sientas mejor —me desea Jaharí.

Le guiño un ojo.

—Bastante mejor —confirmo.

En parte se debe a la persona que tengo a mi lado, mi mayor fortaleza.

Comenzamos a desayunar, hablando trivialidades, las clases las llevan muy bien, toco el tema de que no manejo el árabe y me encantaría, mi suegra dice que conseguirá una buena profesora para mí que conoce, acordamos horarios, sigo ayudando a Essoh con la joyería aunque no lo necesite, pero amo pasar el mayor tiempo con él.

Es, no sé cómo explicarlo, escuché muchas veces que las parejas solían aburrirse cuando estaban juntas todo el divino día, a mi no me pasa, lo persigo, sería un término similar.

Toda mi euforia de pasar una mañana agradable en familia, pasa a segundo plano cuando tengo que mentirle a Essoh, me siento sucia, una inmunda que no lo merece, pero en donde ese vídeo llegue a sus manos, lo sé, todo va a distorsionarse, porque lo manipuló.

Tengo una sola clase de mi nueva carrera universitaria por hoy, estoy estudiando letras, quiero prepararme bien para publicar mis títulos, hoy conduce él, voy en el asiento del copiloto.

—Bae —cuando lo nombro, miro hacia la ventana, no sé mentir de frente.

—Dime.

Me muerdo la mejilla interna.

PRINCIPIOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora