La casa del lago es una maldita mansión, es enorme, han traspasado una gran verja que después de un camino de lo que él cree que ha sido casi medio km han encontrado la pedazo de mansión. Decir la casa del lago se queda muy corto. Harry aparca en un gran porche que hay al lado de la casa.
"Bienvenido a la casa del lago" habla en un tono bajo ya que Jake duerme en el asiento trasero.
"Es un maldito castillo, no le puedes llamar casa." le mira con ojos suspicaces. Harry ríe bajo y pone la mano en su muslo acariciándolo. Para de respirar en ese instante. Cada vez que Harry le toca de manera inesperada y 'cariñosa' lo derrite.
"La compraron mis abuelos en su día, antes este terreno no estaba tan valorado. Ha sido una gran casa para pasar vacaciones. Y gracias a que es tan grande vas a poder tener tu propia habitación y no tendrás que compartir conmigo." le dice de forma juguetona.
"Puede que no me importe compartir habitación." No tiene ni la más menor idea de donde está saliendo este atrevimiento.
Esta noche se le está soltando la lengua, le está resultando difícil contener sus pensamientos, pero es que Harry tampoco está ayudando porque también le dice cosas por el estilo.
"Louis. Louis..." suspira mirándole a los ojos. "Provocas que me explote la cabeza."
"¿Yo?" pone cara de niño bueno.
"Tú, precioso, tú." aprieta sútil la pierna, poco a poco sus rostros se van acercando, están a tan solo unos centímetros, sus ojos mirando los labios del contrario.
Louis estira la mano hacía el rostro del rizado, acaricia la barbilla y cuando sus labios están a punto de rozarse...
"Mami..." lloriquea Jake desde el asiento de atrás. Ambos se separan rápido, Louis mira hacía el asiento de atrás y Harry hacía el frente y pasa su mano por la cara.
"Shh Bollito, ya hemos llegado, duerme, todo está bien." El pequeño se queda dormido de nuevo tan pronto escucha la voz de su madre.
Acto seguido ambos adultos salen del coche, el rizado coge en brazos al pequeño y los lleva hasta la que será la habitación de ellos. Les da las buenas noches y se marcha diciendo que mañana le mostrará toda la casa.
Han estado tan cerca de besarse, Louis estaba que no se lo podía creer. Su mano viaja hacía su cuello para agarrar la estrella que ahora cuelga de él. Suspira enamorado. Sueña tanto con que todo sea real, con que el rizado también sienta algo por él, por poder probar esos labios...
Harry.
A la mañana siguiente es despertado por los gritos de sus sobrinos. Sabe que David dejó todos los regalos debajo del árbol y deben de estar eufóricos al haberlos encontrado. Con toda la pereza del mundo se levanta de la cama. Ayer al final se les hizo más tarde de lo que le hubiera gustado, pero valió la pena.
Casi besa a Louis, sus labios estaban a milímetros, si no hubiera sido porque Jacob se había medio despertado ahora sabría como sabe ese hermoso regalo de los dioses. Sabe que no debería dejarse llevar así, que Louis podría irse en cualquier momento y eso lo iba a dejar muy destrozado. Pero es que ya no podía controlar sus sentimientos, ya no podía controlar la necesidad que tenía su cuerpo de tener el mínimo contacto con él, de como necesitaba tenerlo cerca durante todo el día. No sabía qué es lo que debería hacer.
Baja las escaleras hacía el gran salón de donde proviene todo el ruido todavía en pijama, normalmente duerme solo en calzoncillos, pero ya que hay mucha gente en casa ha decidido ponérselo, es un pantalón suelto de cuadros blancos y azules y una camiseta básica de color blanco. Sus rizos todavía revueltos, no se ha preocupado en peinarse.
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Caprichos del destino
FanficLouis vive con su hijo de tres años, las cosas no han salido como esperaba y han tenido una vida difícil. Harry es el director de la empresa familiar, se pasa el día trabajando y no le gusta mucho socializar. O Donde Louis es contratado como aprendi...