Tn Potter: la serpiente perdida

Capítulo 44

NARRA TN:

Estos meses habían sido un espanto. Un infierno en la tierra. Todas las noches habían pesadillas. Todas las noches repetía la muerte de Mattheo una y otra vez. Y era una mierda, porque me recordaba a las pesadillas que tenía en Hogwarts, sobre los castigos cuando era pequeña. Sentía que siempre me faltaba por ver algo... Incluso después de todo este tiempo, después de todo lo que había pasado, mi subconsciente seguía jodiéndome viva con sus complicaciones mentales.

Después de la sesión de cine en la que la pesadilla había sido otra, no pude dormir más. Tuvimos que meternos en la casa ya que ahí fuera ya no quedaba nada con lo que dormir y abrimos el sofá-cama para tirarnos ahí los tres. Ellos dos volvieron a dormirse enseguida. Yo me quedé despierta, viendo el techo, con los brazos de los dos chicos abrazándome protectoramente. Me hacían sentir como si tuviera dos sirvientes cuyos únicos propósitos en la vida eran mantenerme en pie y ayudarme a seguir adelante.

No sabía cómo sentirme al respecto con ellos dos. Ni siquiera sabía cómo sentirme respecto a la muerte de Mattheo. ¿Furiosa porque Voldemort terminó con la poca familia que tenía? ¿Deprimida porque ya nunca más podría volver a ver su cara y escuchar las pullas entre él y Draco? ¿Asustada porque ahora que destruí la Varita de Saúco, Voldemort vendrá a por mí?

Intenté sacar mis colmillos. Cambiar mis ojos de color, cambiar mi lengua... O directamente transformarme.

Pero no pude. No salió nada. Seguía igual. Lo que le había dicho hacía unos momentos a los chicos era cierto: ya no podía transformarme. La habilidad de Delphini había salido de mi cuerpo. ¿Habría querido irse junto a mi hermano? Los dos volviéndose a ver en el más allá o en donde sea, como siempre debieron estar: juntos. Eso aplacaba un poco mi dolor.

Sólo un poco.

-Draco... -sacudí el cuerpo de Draco acostado a mi lado. Habían pasado sólo dos días desde la sesión de cine, y aunque mis pesadillas seguían siendo las mismas de siempre, no había parado de darle vueltas a la que tuve esa noche sobre mi padre y la muerte de Draco -. Hurón dormilón. Anda, despierta.

Sacudí más fuerte. Draco se sentó de golpe pegando un salto, alarmado.

-¿Una pesadilla? -preguntó al momento -. ¿Y no me desperté? Lo siento...

-No, no. No era ninguna pesadilla -me apresuré en contestar.

-Ah... -susurró, y se volvió a acurrucar entre las mantas para volver a dormir -. Entonces regresa a dormir, anda.

Jadeé indignada.

Agarré la almohada y empecé a darle con ella, hablando entre cada golpe que lo hacía gritar y pedirme que parase.

-¡Maldito... Hurón... Estúpido... Que no sabe... Pensar... Más que... En... Dormir!

Bag entró de golpe por la puerta. Tenía pinta de recién despierto. Su pelo siempre recogido y bien peinado con gomina estaba revuelto, y tenía el cepillo de dientes en la boca llena de espuma.

Al ver que sólo lo estaba golpeando con la almohada, relajó su postura.

-¿Qué gizso gajora? -preguntó con el cepillo aún en la boca.

Paré de darle almohadazos, habiendo empezado a sudar.

-¡Lo desperté para felicitarle por su cumple y el cabrón ni quiso saber de mí!

Eso pareció encender una bombilla en la cabeza de Bag, porque salió casi corriendo de la habitación. Me quedé esperando mientras escuchaba de fondo como tropezaba con las cosas, y se terminaba de lavar los dientes a prisa para luego escucharlo entrar a la cocina.