Capítulo 8 - Amenazas

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Jonathan se pasó toda la tarde deambulando por la ciudad en el auto. Luego de terminar el horario de almuerzo había ido a la oficina, recogido sus cosas y le había dicho a Iris que se marchaba, ya que no se sentía bien. Necesitaba estar solo, y tratar de olvidar el incidente ocurrido con Luis, y queriendo no pensar en la próxima ausencia de David por varios días. Lo de Luis era fácil de manejar. El beso no había significado absolutamente nada para él, y lo único a preocupar, era que David se enterara y quisiera arrancarle la cabeza al hijo menor de Pepe, aunque no lo culparía por ello.

Pero dejar de pensar en que a solo pocas horas David volaría a la otra punta del continente, no dejaba de hacerle sentir mal. Y eso le molestaba. Ni siquiera llevaban un mes saliendo y ya albergaba esos sentimientos tan intensos. Siempre se había burlado de esas parejas que no podían despegarse unos de otros, y ahora, como si de un castigo se tratase, él sufría porque su novio se ausentaría tres días y no estaría presente para celebrar su cumpleaños.

Había acabado por apagar el teléfono. En la llamada número veinticinco de David se hartó de escuchar la Marcha Fúnebre de Chopin, que era el tono que le tenía puesto bajo la identificación de La Bestia.

Llegó al departamento de su padre al atardecer, para sorpresa de este, que le preguntó si no se quedaría esa noche con David, como estaba haciendo últimamente:

_ No, hoy prefiero quedarme aquí.

_ ¿Pasó algo?_ preguntó Will consciente de cuál era la causa de que su hijo estuviera tan apesadumbrado._ ¿Pelearon?

_ No, no es nada... ¿Y los gemelos?

_ Están con Anne... A propósito Johnny... ¿Tienes planes para mañana en la noche?

Jonathan se había servido un vaso de agua y bebía tranquilamente:

_ No, no hasta ahora ¿Por qué?

Will, que estaba atendiendo una cazuela puesta al fuego, tardó un momento en responder:

_ Es que... he quedado para mañana.

_ ¿Quedado?_ dijo Jonathan juntando las cejas.

_ Si... para ir a cenar... en una cita... con Anne.

Jonathan se atragantó y comenzó a toser. Will se apresuró en darle palmadas en la espalda, pero inmediatamente recuperado, Jonathan dio rienda suelta a su alegría, dando saltitos y golpeando los puños cerrados mientras hacía unos ruiditos muy raros que hicieron que Will se sonrojara:

_ ¡Ay pa!... ¿Una cita?... ¿En serio?... ¿Y con Anne?... ¡Ooooohhhhh...!

_ Ok, ya para de hacer eso que estás haciendo porque en verdad me perturba.

_ Es que estoy tan feliz por ti, pa._ dijo Jonathan echándole los brazos al cuello.

_ Oye, cálmate, que solo es una simple salida a cenar, como amigos.

_ Por algo se empieza ¿No? Pero... ¿Cómo se te ocurrió? ¿Qué te impulsó a tomar esta decisión?

William suspiró:

_ Creo que fue tu madre. Fui a visitar su tumba hoy al cementerio. Estuve hablándole, de todo, de ustedes, de cómo me sentía últimamente. Y le pedí una señal, una respuesta. Y de alguna manera, tu madre me respondió. Me dijo que estaba bien si yo quería intentar ser feliz de nuevo con alguien.

_ Ay pa..._ sollozó Jonathan abrazado a su padre y besándolo en la mejilla repetidas veces._ De verdad estoy muy feliz por ti. Y ojalá espero que las cosas funcionen con Anne. Creo que tú y ella se llevarían muy bien.

EN LOS OJOS DE LA BESTIA (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora