Capítulo uno.

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Bianca Conti.

La puerta se cierra y escucho unos tacones chocando contra el piso de mi apartamento. Tara aparece frente a mi, sonriéndome de oreja a oreja y con una bolsa de comida rápida. Parecía contenta, de buen humor. En el pasado, cuando eso ha sucedido, significa que algo indeseable venía para mi. Suspiré, levantándome del sofá y dándole espacio a mi lado. Se sienta, mirándome con los ojos bien abiertos y saca una de las dos hamburguesas que había comprado seguramente en uno de los locales de comida rápida que quedaban a la vuelta de nuestros apartamentos.

— Ya suéltalo, Tara —le digo, no era buena lidiando con la expectación—. ¿Qué traes?

Da un mordisco y luego vuelve su atención hacia mi.

— ¿Estás lista para asistir a la mejor fiesta de toda tu vida?

— ¿Cómo?

Deja su hamburguesa sobre el recipiente y agarra mis manos, endereza la espalda y un mechón rubio le cae por la frente. Mi mejor amiga era guapísima. Sus ojos verdes cautivaban a quien fuera que se cruzara en su camino. Vuelve a sonreír, mostrando sus dientes perfectos.

— Iremos a la inauguración de una nueva discoteca al otro lado de Boston —comienza, acomodándose nuevamente en su lugar y agarrando su teléfono para enseñarme una foto—. Es jodidamente elegante. Enigma.

— Tara...

— No, escucha —me interrumpe, colocándome el celular frente a mi rostro. Empieza a correr la hilera de fotografías que tenía guardadas, cada una de ellas realmente lucía lo seguramente increíble que sería ese lugar en términos de estructura—. Irá mucha gente importante, Bianca. Es momento que comiences a hacer conexiones.

— ¿Acaso irá gente que trabaja en bancos a ese lugar?

Se ríe, no solía tomarse mi tono sarcástico muy en serio.

— Estará lleno de empresarios, gente importante, gente con conexiones —da un golpecito con su hombro en el mío—. Gente peligrosa.

Me quedé quieta por un momento y seguido a eso la fulminé con la mirada. Tara había descubierto mi colección de libros favoritos. Cada uno de ellos consistía prácticamente en un amor prohibido, donde la vida de uno de ellos peligra y eso lleva a escenas llenas de adrenalina. En la lectura me parecía fenomenal, pero en la vida real no funcionaría tan bien como en unas páginas llenas de ficción.

— Vamos, Bianca —continúa, poniéndose frente a mi—. Ya han pasado cinco meses, es tiempo que muevas tu trasero fuera de este apartamento aunque sea un viernes por la noche.

Descubrí a Noah, mi ex novio, con el que salí durante dos años, siéndome infiel con una chica que conoció en la universidad. Había ido a visitarlo de sorpresa, me lo encontré follándosela en su habitación. Por supuesto, quedé devastada, a él no le importó tanto.

— De acuerdo.

— ¿Qué?

— Está bien.

La emoción la embargó, comenzó a dar pequeños brincos de victoria a mi alrededor y yo solamente me limité a respirar. Sabía que sería un dolor de cabeza si no accedía, aunque también había aceptado porque pensé que era tiempo de un poco de diversión. Después de todo, estaba soltera, tenía veintiún años, aunque sea intentarlo.

Estuvimos toda la tarde buscando los vestidos perfectos, el lugar tenía un código de vestimenta. Supuse que eso si iba convirtiéndolo en algo más serio ante mis ojos. También era para mayores de veinte años. Una vez que logré elegir algo lindo y que resaltara la figura que tanto tiempo Tara llevaba diciéndome que tenía, pensé en que quizá no era tan mala idea haber accedido.

Sangre y traición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora