¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El corazón de Alena latía ferozmente, sus manos sudaban y su pierna se movía de forma constante, intentando canalizar la ansiedad de algún modo. Tenía los nervios de punta. A solo una vuelta del final de la carrera, a veloces segundos de definición. Mónaco no era fácil, era una pista atractiva qué podía ser letal, por eso mismo era el deseo principal de su hermano. Ganar en Mónaco, ganar en casa, y con un desafío como lo era la pista, sería un sueño hecho realidad. Especialmente si ganaba conduciendo en Ferrari.
—Okay, Charles, estás a un segundo de Verstappen, continúa presionando.
—Copiado.
Al oír la voz de su hermano por la radio, solo la hizo sentirse más nerviosa.
En las pantallas que tenían al frente podía seguir la carrera, ver a Charles y Max competir por el primer puesto era alucinante. El neerlandés no era un rival fácil, había sido una muy buena temporada para él, liderando en la mayoría de las carreras, dejando a Red Bull en lo más alto. Mientras que los demás se esforzaban para verle al menos en la delantera. Sin embargo ese día, Charles Leclerc estaba presionándolo, y no había sido la primera vez, su hermano era un buen piloto, y desde que pasó a Ferrari pudo lucrarse aún más.
Estaban a metros de la meta, lo que se aproximaba era una curva, y si Charles no lograba adelantar a Max allí, ya no tendría otra oportunidad.
Pero eventualmente, lo había logrado.
—¡Vamos, Char! —Gritó la pelinegra, junto a todo el equipo de Ferrari.
De un segundo a otro, Charles Leclerc había ganado la carrera. Mónaco era suyo ahora.
Alena salió de allí para correr hasta la pista y encontrarse con su hermano bajando del vehículo. Charles la tomó de la cintura y celebró el triunfo junto a su hermana menor. Luego prosiguió a festejar con su equipo.
A lo lejos ella visualizó a Max golpear su vehículo y salir de allí apartando a todo el que se le acercara. Era conocido por ser muy impulsivo y arrogante, por lo que haber perdido la carrera era un golpe bajo para él. Alena podía entender como se sentía el chico, después de todo, estuvo allí cuando Charles se desanimaba por sus antiguos resultados de las carreras.
—¡Petite sœur, ven aquí! —La llamó su hermano. Ella dejó de mirar al piloto de Red Bull y caminó hasta su hermano con una gran sonrisa. Debido a que ya no se encontraba con el casco, ella pudo envolver sus brazos en el cuello de Charles.
—Estoy muy orgulla de tí, mon frère.
Charles sonrió ampliamente. Era un momento repleto de alegría y con ánimos de festejo.
Max y Alena habían tenido altercados en muchas ocasiones. Ella siendo hermana de un piloto de Ferrari, y el la viva competencia. Sin embargo cuando eran más pequeños, alguna vez compartieron tardes agradables donde Max dejaba a un lado su vida de piloto para ser un buen amigo. Se llevaban bien en ese entonces, ella era tan espontánea y frágil, una buena muchacha con sonrisa preciosa que llenaba el alma del joven piloto. La perfecta compañía para su espíritu rebelde.
