No Me Olvides [RinSagi]

Tercer pétalo

Padre, Madre, los amo mucho

Espero me perdonen por mi decisión.

Amigos, lo siento, no logramos visitar juntos tantos lugares

Hice promesas que no cumplí y espero me perdonen

Doctor, lo siento por hacer que cargue con mi muerte, pero fue mi deseo, no se culpe

Amor...

Si algún día apareces, quiero que sepas cuánto de ame

No cargues con la culpa de mi partida, yo decidí amarte

Se feliz con alguien más, no te ates a un fantasma

En el más allá, te veré y en otra vida te buscaré

Amor, en otro universo...

Quédate conmigo, mi chico de ojos turquesa.

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Se sentía liviano, nada le dolía, su corazón no dolía.

Un suave olor a café llegó a su nariz y abrió los ojos rápido, buscando el origen, recuerda bien ese aroma.

Estaba en un gran prado bajo un enorme Sauce Llorón con sus hermosas flores lila, el cielo despejado y el sol dándola una calidez era reconfortante.

— ¡Yoichi! — se escuchó un grito a la lejanía y sintió si corazón latir con fuerza cuando escucho esa voz — ¡Búscame Yoichi! —

Sus piernas se movieron rápido corriendo a un lugar sin específico, su mente recuerda esa voz, la vos de su chico de ojos turquesa.

El aroma a café se sentía cerca, y el grito de su nombre también, un nuevo árbol se vio a la lejanía, era un árbol de cerezos rosa.

Y aún a la distancia podía ver la figura de una persona bajo está, podía verlo agitar sus manos en el aire como llamando su atención.

— ¡Yoichi, ven, ven! — sus ojos lagrimeaban de felicidad, su amado estaba ahí, a unos metros de él, podía ver los ojos turquesa.

Piel blanca y cabello negro con reflejos verdes, unas hermosas y abundantes pestañas.

— ¡Cariño, no dejes de buscarme! — grito el chico de ojos turquesa con voz desesperada

Y el suelo bajo Isagi se rompió, impidiendo que llegara a su chico y cayendo en una oscuridad absoluta.

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Abrir los ojos es una tortura, la garganta la siendo seca y ni me esfuerzo en mover mi cuerpo, se dónde estoy, los últimos meses ha visitado seguido el hospital, ya reconoce bien aquel blanco techo y los pitidos de las máquinas a las que está conectado.