Capítulo 24

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Tiro todos los analgésicos al bote de la basura, me he visto tentada varias veces a tomarlos sin necesitarlos para el dolor físico así que creo que lo mejor es deshacerme de ellos de una vez por todas.

La ansiedad sigue ahí y las ganas de volver a mezclar medicamentos aún no merman, pero por mí bien es mejor que desista de la idea.

Papá y Jora me esperan en el pasillo del aeropuerto, yo vine al baño de chicas a botar lo que puede suponer un gran problema para mí en esta nueva etapa.

El ciclo escolar ha terminado y para el nuevo espero  haber encontrado un buen colegio en Italia.

Salgo del baño y me dirijo hacia dónde mi padre y mi hermano me esperan y al llegar tomo asiento en el medio de ambos.

—¿Recuerdas todas las reglas?— pregunta Jora con preocupación y yo ruedo los ojos algo cansada.

—¿Por qué se preocupan tanto? Irán a visitarme cada mes.

Desde hace un mes, cuándo por fín pude decirle adiós al cáncer se han inventado una regla distinta cada día que me hacen anotar en un cuaderno.

Nada de tomar alcohol más que vino, nada de salir luego de las 12am, no hablar con desconocidos, no abrirle la puerta de casa a alguien que no conozca, cerrar mi pastelería, café, librería y florería a las 7pm y asegurarme de contratar chicas de confianza.

Esas y muchas otra más debo cumplirlas o me harán volver a casa y no me dejaran vivir sola hasta los 21.

—Porque eres muy chica para vivir sola, ahora imagínate vivir sola en otro país.

—Mañana sale mi libro — cambio el tema y ambos me miran orgullosos — Por favor, asegúrense de no comprar más de dos.

La mirada de orgullo pasó a ser una de decepción.

—Oye así no me gusta— se queja papá y Jora lo apoya.

—Sí, es injusto.

—Les llegarán ejemplares gratis— Los riño a ambos y bajan la cabeza como niño que acaba de ser descubierto haciendo una travesura — No quiero que compren más de dos libros ¿me entienden?

—Listo, captado — Jora hace una señal militar y papá gruñe molesto.

—Como ordene, capitán — habla luego de un par de minutos.

En los altavoces empiezan a anunciar mi vuelo, así que me levanto y ellos me ayudan con las maletas.

Les doy un abrazo cuándo estoy en el sitio indicado para abordar y veo a papá secarse una lagrimita.

—Oigan me visitarán una vez al mes— los tranquilizo — Los llamaré siempre, no se preocupen.

—¿Boris equipó la casa con las armas necesarias? Necesitas defenderte, no quisiste escoltas.

—Que sí, pesados. Por cierto; ¿me pueden decir si pasa algo con Lucian? Es decir, si en algún momento creen que me necesita avísenme— me volteo para irme antes de que puedan responder y les tiro un beso a ambos que se despiden con la mano.

Una vez en el avión, me pongo mis auriculares alámbricos y empiezo a escuchar. Reviso las redes sociales de Lucian desde mis perfiles falsos (los que tuve que crear cuándo Corina le dijo a todos que estaba enferma) y veo que ha posteado una foto comiendo sushi en un restaurante cerca de casa.

¿Habrá ido acompañado? Bueno, igual si está o no con alguien no debería molestarme.




Cuándo el avión aterriza, bajo y busco mis maletas para salir del aeropuerto. Cuándo lo hago voy al estacionamiento que me indicaron y encuentro el Lamborghini que papá me envió desde California.

CARPE DÍEM ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora