Capítulo |33| -Eres demasiado tierna.-

889 68 33
                                    



Seguí caminando con todo el miedo posible. Tanto que mi cuerpo entero, comenzó a temblar, y un sentimiento malo, se formó en mi barriga. Y esto hizo que me detuviera un segundo, pensado si eso era lo que de verdad quería, llevarme un castigo.

.

Estaba parada. Tal vez haciendo algo que me costaría la vida. O quizás... sólo quizás, una golpiza que me dejaría inválida de por vida.

Sentía mi corazón latir tan fuerte dentro de mi pecho, tanto que juraba que podía oírlo. Mientras las manos me sudaban, y los pies, estos, no dejaban de temblar.

Tenía miedo, si, pero era más la curiosidad que sentía en ese momento, que otra cosa... no estaba pensando en nada. La verdad, parecía otra persona. O que algo, me había guiado a hacer algo, que desde que llegue aquí, y desde que tenía uso de la razón, jamás había o se me había pasado por la cabeza hacer.

Sentía que con cualquier movimiento, cualquier ruido, o quizás, el sonido de mi respiración, iba a despertar a mis esposos que yacían dormidos tan plácidamente en esa cama tan suave... ahí, en donde debía de estar yo. Durmiendo, y no dejándome llevar por unas ganas irreconocibles, de ver qué había más allá. De por primera vez, y tal vez la última. Ver también, lo que ellos veían siempre. Lo que para ellos, era algo ya normal.

Seguí caminando con todo el miedo posible. Tanto que mi cuerpo entero, comenzó a temblar, y un sentimiento malo, se formó en mi barriga. Y esto hizo que me detuviera un segundo, pensado si eso era lo que de verdad quería, llevarme un castigo.

Pero igual seguí caminado descalza por el frío piso, con una mano en mi barriga ya más grande. Y mientras me acercaba a mi objetivo, sentí caer una gota de sudor, de mi frente, al suelo y que para mi, hizo un gran estruendo, que por un momento pensé que ellos, mis esposos, iban a escucharlo. Y me asusté, pensado en que si ellos se levantaban, y me veían a mi, así, tan asustada, y con la vista culpable. Iban a pensar que hice algo malo, y no iban a mentir, porque yo iba hacerlo. Pero todavía... todavía yo no había hecho nada. Aún no.

Con el corazón, loco, y desenfrenado en mi pecho. Seguí caminando, aliviada de que el piso no hacía ruido al caminar. Y al llegar a mi objetivo, al estar frente a frente, a esa gran ventana, tapada por una cortina que desde aquí se veía gruesa, pesada, y gorda. Pensé que había cumplido un logro en la vida, solo por estar tan cerca de ella.

La habitación estaba totalmente oscura, siendo alumbrada simplemente por dos velas que estaban encendida. Así que hice todo mi esfuerzo, por aclarar mi vista, por intentar de ver lo mejor que podía. Y al intentar levantar con todo el cuidado posible, la gran y pesada cortina, escuché un llanto en la habitación que hizo que mi corazón se detuviera por unos segundos, y que alejara mis manos y mi cuerpo de la gran ventana. Queriendo correr para la cama, y refugiarme en las cálidas cobijas.

Pero no se me fue posible por dos cosas muy claras, por qué él que lloraba era mi bebé, y... por la voz de mi esposo, de Thomas;

-¿Qué haces ahí Elenne?- dijo apoyando una parte de su cuerpo en su codo, mientras me miraba con los ojos medió cerrados. Me acerqué con las piernas temblando a mi bebé, y con miedo de que él se enterara de lo que yo había querido hacer.-Ven acá, ven con el bebé.- lo tomé entre mis manos, siendo este siempre tan frágil, mientras este seguía llorando, sabía lo que tenía, hambre. Siempre se levantaba en la muy noche a comer, llorando y despertando a todos. Aunque muchas veces, las mayorías, mis esposos no lo escuchaban, simplemente seguían durmiendo. La única que se levantaba a calmar y alimentar a mi bebé, era yo.

Y caminé con él despacio en la cama. Y me senté en esta, sin ir al medio de la cama, porque no quería ya despertar a Stefan, ni molestar tampoco. Estaba descubriendo mi seno, cuando sentí a alguien que ponía su espalda en mi espalda.

El pecado de ser mujer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora