Lennox miro de reojo a los ancianos, ellos iban a oficiar la boda tal y como dictaba la tradición. Lo único que esperaba el duque es que no hicieran nada para llamar demasiado la atención, su madre le dijo que no debía preocuparse por eso, ya que ellos siempre se mantenían serios en acontecimientos como esto. El duque tan solo debía seguir sus indicaciones, las pautas de la ceremonia las marcarían Nolan y él.
Nolan estaba nervioso, no acostumbraba a recibir a tantas personas, aunque se consideraba una persona sociable, nunca había tenido que enfrentarse a lo que podría ser la población entera de Phoenix y Arife junta. Sus piernas temblaron un poco al sentir de nuevo la presión, si hacía algo que hacía enfadar a los presentes o mucho peor a los ancianos, él estaría en peligro. No sabía lo que era capaz de hacer aquellos a los que consideraba casi como unos monstruos, si tropezara con algo y cayera al suelo.
-Todo va a salir bien Nolan. – Evangeline iba vestida con un vestido más pomposo de los que solía llevar, en está ocasión tenía un color verde cremoso que no solía llevar. – Madre y yo estamos contigo.
-Lennox nos pidió que cuidáramos de ti hasta que tu guardián viniera a buscarte. – le sonrió Edlynne, ella llevaba un vestido menos llamativo que el de su hija, en tonos rojos. – Como ha dicho mi hija, todo va a salir bien.
El doncel sentía como todo su cuerpo temblaba, el vestido que llevaba cubría gran parte de su cuerpo, Lennox se había asegurado de que así fuera, ya que se acercaba el invierno. Las mangas cubrían sus brazos hasta la muñeca con una tela casi transparente en tonos púrpura, el cuerpo del vestido mostraba los hombros del doncel con delicadeza decorados con plata, la cola del vestido no era excesivamente larga. Nolan le había pedido al duque no fuera pesada, así que no llegaba a los dos metros de tela. Sus zapatos eran cómodos, el doncel se negaba a volver a ponerse aquella tortura en sus pies de nuevo, así que habían optado por unas sandalias que combinaban con el color del vestido.
De lo único que se avergonzaba Nolan era de su espalda, la cual se mostraba completamente hasta llegar a la cadera, la adornaban unas cadenas finitas de color plata. No entendía porque el duque se había empeñado en que debía enseñar su espalda. Por más que quiso no logro sacarle ningún tipo de información.
Pietro golpeo la puerta con delicadeza, había llegado la hora de llevar a Nolan a las manos del duque, el doncel sintió una punzada en el estómago cuando el guardián le tendió sus manos, detrás de él se encontraban Drystan y Tristán.
-¿Está preparado? – Nolan sintió la tentación de negar con la cabeza. – Señorito, parece usted un pequeño ángel. – sonrió con ternura. – El duque hizo una buena elección de colores.
-¿Te gusta? – asintió. – ¿No crees que es demasiado atrevido? No has visto mi espalda ¿verdad?
-Señorito, usted derrocha sensualidad en estos momentos. – respondió Tristán. – Se ve hermoso.
-Por favor, pequeño doncel, danos la oportunidad de verlo bien. – Drystan dio un paso enfrente para posicionarse delante de Pietro. – Déjenos ver todo su vestido.
Las mejillas del doncel ardieron cuando lo empezaron a alagar, no sabía cuál de los tres guardianes se estaba divirtiendo más. Podía ver de reojo las expresiones de Evangeline y Edlynne, ellas los alentaban a seguir alagando un poco más.
-No sigáis... - hizo un pequeño puchero. – Señorita Evan, señora Edlynne, no les hagáis gestos para que sigan. – ellas cubrieron sus rostros para reírse. – Lo he entendido, sé que al duque le gustará, no hace falta que lo repitáis tantas veces.
Nolan tomo la mano de su guardián con miedo, faltaban unos minutos para que su vida completamente y no había conseguido escapar de allí. Pietro le mostro una sonrisa sincera antes de cambiar su expresión a una completamente seria. Mientras caminaba por los pasillos podía ver como muchas de las doncellas y guardianes lo saludaban, formando una fila menos imponente que el día que llego.
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¡Maldito, pequeño doncel!
RomanceUn doncel debe ser respetuoso, callado y delicado. Esa explicación no convence demasiado a Nolan. Cuando escucho que debía de ser sumiso hacía su prometido, empezó a reír. Y la guinda del pastel fue que tenía terminalmente prohíbo subirse a los árbo...