Capítulo 8 (Incoherentes pensamientos)

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Subo de prisa a mi alcoba y me aviento en la cama haciendo que las suaves sabanas se eleven por mi peso al caer. Me siento tan intimidada que me disgusta, me enoja todo su ser, me pone eufórica su sínica sonrisa. Todo de él me molesta. Lo odio, lo odio mucho.

En un arranque de furia me peleo contra la cama y termino distendiéndola. Toda su suavidad se fue por mi desquite.

—Es un ser tan arrogante.

De un solo brinco me levanto de la cama y respiro profundamente para tranquilizarme.

—Tranquila, Winter. Debes aprender a controlar tus emociones —me recuerdo.

Respiro hondo de nuevo y me peino un poco el cabello.

—No ha pasado nada. Ese ególatra está mal.

Al tranquilizarme olvido lo sucedido hace minutos y me enfoco en las tareas que tengo que realizar para el día de mañana. Necesito despejar mi mente con otros temas.

Mi mente se enfoca en los pendientes que tengo, no debo distraerme con nada, debo aprenderme todo y no fallar. Como lo buena hija que soy.

Después de cuatro largas horas estudiando, cansada, cierro los libros, para después, cerrar los ojos al sentir el ardor en ellos y me dejo caer hacia atrás en el respaldo de la silla.

—No puedo estudiar más. Lo dejaré por hoy.

Me levanto de la silla y de nuevo me aviento en la cama, cierro los ojos y sin poder contenerlo me pierdo el conocimiento.

El ligero sonido de la puerta me despierta. Sorprendida abro los ojos y miro hacia la venta.

Ha anochecido.

—Winter, hija. Baja a cenar.

Mi madre no se molesta en entrar y se marcha.

Me levanto de la cama y me arreglo un poco. Salgo de mi alcoba y bajo a cenar. Durante la cena mi madre me pregunta como van mis clases y ante el recuerdo de mi ultima clase la furia vuelve a mí. Pero no lo demuestro, con un tono falso le explico que todo esta saliendo bien, no quiero que mi madre se entere de lo sucedido, no quiero preocuparla.

Al terminar subo de nuevo a mi habitación, me cambio la ropa y me acuesto para dormir. Pero como he dormido en la tarde me es difícil dormir ahora. Sin poder evitarlo recuerdo al ególatra. Y comienzo a encajar piezas.

Se puede saber mucho de una persona por los libros que lee, y eso quiere decir que Rouxel le gusta la lectura erótica. Sin preguntarle sobre su vida, he logrado comprender lo que es, una parte de él. El pensar lo que abarca esa palabra se me eriza la piel.

Mi mente se bloquea ante los supuestos pensamientos de mi profesor. Él leyendo ese tipo de lectura, experimentar con su cuerpo mientras lo hace, el tener muchas mujeres para complacer sus placeres carnales. Es realmente devastador.

El solo pensarlo se me revuelve el estómago.

—Dios, que horror.

Sin poder contenerlo, salgo corriendo hacia el baño y vomito en el retrete los alimentos que ingerí hace unos minutos.

—Dios, perdóname por pensar en ello.

Digo después de vomitar, me levanto del suelo y voy al lavamanos a lavarme la boca. Con el esófago ardiéndome camino de nuevo hacia mi cama miro hacia el techo tratando de borrar esas sucias escenas de mi profesor con otras mujeres o posiblemente hombres también.

—Basta Winter... No pienses más en eso o te iras al infierno —me regaño.

Para olvidar el pecado trato de imaginar las historias que he leído y sonrió al imaginar que yo soy la protagonista y que un apuesto caballero pide mi mano ante mis padres y nos vamos a vivir juntos en nuestro castillo.

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⏰ Última actualización: Aug 16, 2023 ⏰

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