"Las briznas de viento acariciaron sus mejillas, a sus fosas nasales llegó el aroma de la tierra húmeda y percibió el viento frió que le hizo erizar cada vello de su cuerpo. La delfiense abrió los párpados, enfocando luego su mirada en el entorno y encontrando un cielo nocturno despejado.
Agatha se incorporó, dejando apoyada sus manos en el suelo noto que este era de una textura diferente a la que estaba acostumbrada, sus oídos de repente se alertaron cuando escucho un rechinido a sus espaldas; giró la cabeza para fijarse en una joven que salía hacia aquel lugar abrigada con unas raras ropas que contrastaba demasiado con las suyas. La vio caminar despacio hasta detenerse cerca del balcón de aquel lugar para luego ver como alguien salía de entre las sombras y se reunía con ella. Se fijó en las ropas de ambos, vestimentas que nunca había visto portar ni siquiera a reyes o príncipes, luego observo sus apariencias, notando con cierta inquietud como la cabellera de la femenina era igual a la suya y el como aquellos fanales del joven era los mismos de Egan.
Agatha respiro agitadamente, casi como si estuviera corriendo alguna maratón y ya no tuviera fuerzas para seguir. Del cielo empezaron a caer pequeñas gotas cristalinas que poco a poco mojaron el alrededor y empaparon el peplo cerúleo, ambos jóvenes se percataron del clima y se miraron tal como Egan y ella lo hacían cuando debían despedirse ante el final del tiempo que Chronos les proporcionaba para sus encuentros. Los ojos marrones miraron de una manera inquieta cuando las manos del chico tomaron con gentileza las mejillas de la joven para luego inclinarse y dejar un pequeño pequeño en los labios antes de alejarse pronunciando algo que la castaña no logro escuchar claramente, pero si ver escrita frente a ella."
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Se removió entre algunos quejidos, sentía el cuerpo caliente, sin embargo, percibía un horroroso frío que le calo hasta los huesos, jadeo de dolor cuando una punzada le dio en la sien, la cabeza le daba vueltas y dolía como un infierno. Percibió de repente como algo húmedo y frío se colocaba sobre su frente haciéndole estremecer así como también tensar, trato de hacerse consciente encontrándose con su madre que le decía algo que no logro captar para nada, rindiéndose, cerró los ojos rogando a Asclepio curarse de aquel horroroso resfriado pronto.
Transcurrieron unas cuantas noches difíciles, donde la fiebre aumentaba haciendo a la castaña temblar y jadear buscando aunque fuera un poco de calor a pesar de tener el cuerpo hirviendo, era el cuarto día, cuando los fanales marrones observaron a los gorriones revolotear cercanos al ventanal.
Agatha se incorporó, el cuerpo le dolía y algunos huesos crujieron cuando se estiró levemente, observó a un costado donde encontró una tacita con la infusión de canela y miel acompañada de un sobre que tomó con cuidado dándole la vuelta para notar que había sido enviado hacia unos tres días atrás. El sobre fue rasgado y abierto, sacando de su interior un pergamino donde encontró unas cuantas líneas redactadas, reconoció de inmediato la letra y recordó con un sabor amargo lo ocurrido la semana pasada donde terminó a los pies del riachuelo, la delfiense dejó la carta a un lado y respiro, no quería volver a agravarse por sobrepensar las cosas, mucho menos aquel día donde pensaba dar un paseo para despejarse.
Con un poco de suerte y ayudita de los dioses, la chica de tez trigueña logró convencer a su progenitora que le dejase salir al menos hasta los alrededores, camino a paso lento, admiro algunos puestitos de artesanías y termino comprando algunas ciruelas que comió sin tanto apuro. Sin saber como termino andando por la Plaza Omonia, disfruto de sus estructuras construidas hace un tiempo acompañadas por pequeños jardines rebosantes de la hierba verde que bordeaba aquella fuente de marfil que se encontraba en el centro, se entretuvo un rato con los pequeños peces que nadaban por las aguas cristalinas y durante ese momento se olvidó de todo, principalmente de Egan que aún seguía en Megáride, sin embargo, un ajetreo le llamó la atención y con curiosidad se fijó en un pequeño local que quedaba un poco más allá.
Agatha terminó cruzando hacia la otra avenida para detenerse frente a un local donde no figuraba un nombre como tal, solamente era un pequeña puerta; la cual la chica casi iba a abrir cuando alguien del interior la empujó haciéndole pegar un salto hacia atrás. La joven frunció el ceño ante aquella brusquedad, sus ojos marrones se alzaron para confrontar al desconocido y vociferar unas cuantas palabrotas, pero todo quedó reducido a nada cuando noto quien era en realidad.
—¿Egan?— Susurro. Noto como aquel chico que se carcajeaba se detenía para mirarle con aquellos bellos ojos avellanos que se abrieron con sorpresa al verla parada frente la puerta del Diporto.— Tu... ¿Tu que haces aquí? ¿D-Desde cuando llegaste?— Interrogó escuchando desde adentro unos cuantos comentarios confusos que le hicieron fruncir aún más el ceño.— Hazte a un lado...
—No Atha, espera— Con rapidez el chico de tez bronceada la detuvo gentilmente de los hombros.— No, por favor, no entres. Los chicos están algo ebrios y puede...
—Ega, ¡Apártate!— Ordenó molesta y comenzando a forcejear.— ¡¿Por qué diablos no me dejas pasar?! ¿Que es lo peor que podría encontrar?— Interrogó al momento en que se zafó del agarre y miraba de una manera dolida al ateniense. La cabeza le comenzó a doler, se sentía mareada y en cierto punto agotada.
—Por qué...
—¡Athaaa!
La nueva exclamación se hizo presente haciendo detener la discusión de ambos. La chica de ojos marrones miro molesta a un costado encontrándose a Calixto el cual desprendía un aroma enrarecido que le hizo arrugar la nariz con desagrado «¿Ouzo? ¡¿Están tomando!?» Con algo de disimulo retrocedió un poco, sin querer el recuerdo de aquella discusión que presenció cuando tenía diez año aun persistía, recordaba perfectamente el estallar de los platos contra el piso; que prefirió mejor estar alerta y en una posición que le sirviera para emprender la huida cuando fuera necesario.
—Calixto ¿Que diablos estás haciendo?— Pregunto el chico de cabellos cafés mientras le dirigía una mirada de molestia a su amigo que se acercó un poco a ambos.— Ve adentro, estoy hablando con Atha.
—No tomará mucho... hip... tiempo...— Respondió con una sonrisita que hizo a la delfiense estremecerse, sin embargo, no se movió ni emitió ningún sonido cuando aquellos ojos chocolates se posaron en ella.— Estas... bonita...
—¡Esooo! ¡Ese es nuestro Calixtooo!— Aquella exclamación que se escuchó detrás de ello hizo pegar un salto a la castaña, mirando noto a uno de los guerreros compañero de los chicos.— Así que eres tuuu...— Dijo de una manera juguetona al momento en que se inclino un poco hacia la femenina, razón por la cual Egan le aparto bruscamente.— ¡Eh! Relájate. Yo no pienso enrollarme en esto con la chica.
—Agatha...— Le llamo el chico de cabellos alborotados, sus ojos se encontraron, pero en ningún momento lograron reconocerse ni mucho menos juntarse o comunicarse por sí mismo. Los de él eran suplicantes, los de ellas eran simplemente azorados e inquietos.— Tú realmente me...
—¡Es que los borrachos son escurridizos!— Heraclio llegó cubriendo la boca de Calixto y tomando del cuello de la camisa al contrario, para luego dirigir una mirada a la pareja que se encontraba frente a ellos.— Perdón Atha, estos dos están ebrios y dicen unas sarta de incoherencias peor que cuando están sobrios.
Excusándose llevo arrastras a los dos chicos al interior de la taberna dejando la privacidad de nuevo a los otros dos, aun así la mirada suplicante de Calixto se quedó prendada en la mente de Agatha quien con algo de brusquedad apartó la mano de Egan.
—Venga, ¿Vas a alejarme así?— Interrogó el ateniense tratando de acercarse.— Cariño ¿Que ocurre?
—Deberías saberlo ¿No?— Contradijo para dignarse a mirarlo.— Digo, tal vez aquella chica te consumió tanto tiempo que olvidaste pasar a despedirte de mi.
Egan se tenso, quizás su tez bronceada palideció un poco, pero al mismo tiempo trató de mantenerse sereno.
—A ver, Neith y yo solamente somos amigos de la infancia— Respondió con calma para acercarse y tomar las manos suaves que dieron un respingo ante el tacto.— Hey... Nunca sería capaz de engañarte, Agatha.
Los ojos marrones le miraron, el corazón latió con fuerza y sintió como una especie de dolor que se arraigo en su ser. Una corazonada que le hacía dolor el pecho.
—¿Que iba a decir Calixto? No estaba lo suficientemente ebrio como para decir "una sarta de incoherencias"— Una ceja se alzó, el oído se agudizó percibiendo la respiración agitada de Egan, la mirada se achicó un poco notando como los fanales avellanos se encontraban inquietantes y el silencio reinaba.— ¿Y bien?
El cerebro del ateniense iba a gran velocidad, trataba de buscar alguna excusa o intentas desviar el tema, pero los místicos ojos marrones que le escudriñaban en busca de respuestas le hicieron suspirar y tratar de sonar lo mas calmado posible.
—Calixto... Él gusta de ti— Dijo pausadamente y con un molesto dolor en el corazón. Se sentía incomodo al decir aquello, le causaba un sentimiento de pesadez cuando sus avellanos se encontraron con los azorados fanales marrones.
—Déjate de bromas, Egan— La delfiense frunció un poco el ceño, apretó los puños con algo de rabia y sus ojos antes quietos comenzaron a volverse inquietos, cuando volvió a hablar noto que su voz era lejana y distante.— Deja de mentir para salir del paso.
—¡¿Crees que mentiría sobre esto?!— Interrogo al momento en que se aproximaba a su pareja.— ¡Lo acaba de decir con todos los chico reunidos en el Diporto! ¿Como crees que voy a inventar todo eso en cinco minutos?— El tono antes calmado del chico se alzo un poco haciendo que la castaña se estremeciera y retrocediera mirándole con una expresión que se debatía en temor y molestia.— ¡Si no me crees entonces podemos entrar y que...!
—¡Ya basta!— Agatha cerro los ojos al momento en que se cubría los oídos, no quería seguir escuchando ni mucho menos ir a escuchar una confesión de alguien a quien atesoraba como un amigo. El sabor salado se deslizo por su garganta, y supo que se había tragado las lagrimas para no llorar en ese instante.— Ya no quiero escuchar mas. Por favor, déjalo así; Egan— Suplico al momento en que sintió como le estrechaban gentilmente con un cuerpo cálido.
—Lo siento, no quería asustarte— El chico de ojos avellanos acaricio con cariño las hebras castañas. Se había molestado y a la vez frutado porque la femenina no le creyó, suspiro, trato de tranquilizarse antes de volver hablar.— Escucha, no se que te hizo pensar que había algo entre Neith y yo, pero quiero que sepas que tu eres la única a quien amo. También, perdón por lo de hace unos minutos, no era mi intención alzarte la voz yo solo...
—Ya déjalo así Egan— Pidió la chica de tez trigueña al momento en que se separaba despacio dejando apoyadas las manos en el pecho del contrario.— Los demás te están esperando, mejor ve y disfruta un poco mas antes de que tengas que volver a Megáride o alguna otra expedición.
Con un corto beso sabor a melancolía Egan vio como la delfiense desaparecía entre atenienses caminando de un lado otro y las conversaciones de un perfecto griego.
...
Con pasos lentos anduvo por los callejones de Atenas, las briznas de un viento frió le acariciaron las mejillas trigueñas, sin embargo, su cabello nunca danzo al compás de este. La tarde cayo y Agatha termino en medio del prado, sentándose en la sombra de un árbol observo como los pecesitos daban algunos saltos fuera del agua y escucho el susurro de las ramas del gran sauce que se alzaba al otro lado del arroyo, se sentía raramente cansada y con ganas simplemente de quedarse dormida para nunca mas despertar, el corazón le pesaba y no sabia a ciencia cierta como reaccionar al día siguiente cuando se encontrase de frente con Calixto, su cabeza era un lió; ante aquella pequeña corazonada de que Egan le ocultaba algo.
Solo quería quedarse en aquel pequeño claro donde solamente se encontraba la naturaleza y ella, el viento junto a los flores y el clima fresco junto al follaje verde de diferentes tonalidades. De repente recordó sin quiere su raro sueño de la noche, el clima frió y las gotas de lluvias que le mojaron un poco la vestimenta, a aquellos dos chicos y por ultimo aquella rara frase que el joven desconocido le había dicho a su amada.
"Tschüss. Wir sehen uns wieder, wenn wir aufwachen"
De repente se quedo tranquila, un pitido ensordecedor se hizo presente en sus oídos, pero no se inmuto. En su mente la oración volvió a formularse, no la entendía y logro captar que era un idioma desconocido para ella. De repente se quedo observando fijamente el pequeño arroyo con su caudal tranquilo y sereno, mientras percibía de una manera lejana aquella voz ronca que pronunciaba de nueva aquella frase.
"Tschüss. Wir sehen uns wieder, wenn wir aufwachen"
Las largas ramas del sauce se agitaron y algunas hojas danzaron con el viento hasta caer en las mansas aguas formando hondas que se expandieron por la superficie acuosa. Los ojos marrones se apartaron para seguir a un pequeño gorrión que volando cerca le hizo dar un sobresalto de aquel extraño trance en que había quedado, observo el plumaje amarronado que se mezclaba con el cenizo y le siguió hasta que entre las nubes se perdió de su vista.
—Adiós. Nos veremos de nuevo cuando despertemos.
_____________________________________
↬ Chronos: En los mitos griegos era el dios de las Edades, desde la dorada hasta la de bronce, también del zodiaco. Se entrelazó con su compañera Ananké (la Inevitabilidad) en una espiral en torno al huevo primigenio—representa el comienzo del universo—y lo separó, formando el universo ordenado de la tierra, el mar y el cielo.
↬ Asclepio: Para los romanos se denomina como Esculapio. Fue el dios de la medicina y la curación, conocía muy bien la vegetación y en particular las plantas medicinales gracias a Quirón—fue un centauro inteligente y sabio—, quien le enseñó todo sobre la curación. Asclepio era capaz de devolver la vida a los muertos, razón por la cual Zeus lo asesino con uno de sus rayos, sin embargo, fue llevado a los cielos, convertido en deidad siendo venerado en varios santuarios de Grecia.
↬ Plaza Omonia: Conocida como la plaza de la Concordia o a veces llamada simplemente Omónia. Se encuentra situada en el centro de Atenas, siendo una de las más antiguas y una importante zona comercial. Su nombre se remonta a los años 1862 donde los líderes de facciones políticas opuestas dieron el juramento de paz para detener las hostilidades.
↬ Ouzo: Es un licor con fuerte sabor dulce y olor a regaliz. Hecho a base uvas maduradas y anís, se sirve comúnmente en fiestas de boda, reuniones familiares, etc.
↬ Neith: Nombre de una antigua diosa de la guerra y la caza, posteriormente creadora de dioses y hombres, divinidad funeraria, diosa de la sabiduría e inventora en la mitología egipcia.
↬ Diporto: Taberna ubicada en la parte subterránea del Mercado Central de Atenas, suele ser estrecho y algo difícil de comer en privacidad, sin embrago, es un lugar bastante acogedor.
↬ Tschüss. Wir sehen uns wieder, wenn wir aufwachen: Adiós. Nos veremos de nuevo cuando despertemos