Capítulo 8

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Pasan las horas y yo no paro de pensar en las palabras que pronunció Alex antes de que me desmayara y fuera trasladada al hospital. No sé qué acuerdo habían hecho, pero está claro que tiene algo que ver con el matrimonio.

Decido meterme en mi estudio y hacer algo que me relaje, para así no pensar mucho en ello. Opto por probar las partituras que compuse el día de hoy, para ver si debo corregir algo.

Las toco una por una, múltiples de veces para así ver si hay algo que podría cambiar, y de hecho así es. Corrijo una de ellas, la última que he escrito hoy, más bien la cambio completamente.

Mantengo el principio y el final, pero la parte de en medio no. Finalmente, quedo contenta con el resultado, aunque se ha extendido un poco.

- De todas las que has tocado, esta es la que más me gusta. - dice entrando y abrazándome por la espalda.

Me levanto apesadumbrada, pues no quería romper el abrazo. Lo encaro y miro fijamente sus ojos.

Las palabras no salen de mi boca al ver la mirada que me dedica. Esta está llena de orgullo, pues sabe que para mí siempre fue importante tocar bien el piano y con fluidez, la misma que ha abandonado mis manos hoy.

A decir verdad, nunca había escrito una tan larga, porque cuando me fijo en el reloj que se encuentra detrás de él, veo que han pasado dos horas desde que empecé a tocarla.

- Gracias- digo con una pequeña sonrisa adornándome el rostro.

- Alex... debemos hablar. - digo después de unos segundos.

Su rostro se vuelve serio aunque intento, mi voz ha sonado más seria de lo que nunca había sido.

- ¿De qué quieres hablar? - dice sentándose en la silla del escritorio que hay en la habitación.

- Quiero saber por qué te ibas a casar con ella si no la amas y por qué dijiste que se acababa el acuerdo. ¿Qué acuerdo? ¿Qué tú que ver con ella? ¿Desde cuándo estás relacionado con personas de la AISE? - digo cruzándome de brazos, siendo directa.

- No es algo que te deba importar. - dice, levantándose completamente cabreado y saliendo de la habitación.

Salgo poco después, con la incertidumbre llenándome por completo, no sé por qué esa reacción tan hermética y por qué se ha cabreado tanto.

Esto me recuerda a cuando comenzó nuestra relación, él era demasiado misterioso y se enfadaba mucho si le preguntabas algo sobre sus escapadas nocturnas.

Estas escapadas eran por culpa de peleas, peleas clandestinas que buscaba ocultar y que no quería que nadie descubriera por nada del mundo, aunque acabé enterándome cuando una de esas noches le seguí.

Dejando eso, aparte, decido seguirle hasta su oficina, pienso dejarle claro que no pienso dejar que vuelva a tratarme como lo hacía antes.

Entro abriendo la puerta de par en par y como suponía lo encuentro mirando por la ventana fijamente. La casa se encuentra en un vecindario situado en lo más algo de la ciudad, cosa que hace que desde aquí se pueda observar gran parte de la ciudad.

De noche Milán, se vuelve una ciudad hermosa y atrayente, a la vez que misterioso y relajante.

Camino lentamente, pero con la frente en alto, vamos a dejar un par de cosas claras hoy.

- Escúchame bien. - digo calmada y firme, logrando que se vuelva en mi dirección. - No vas a volver a hablarme así, Alex Lombardi, ya soporté esa actitud durante mucho tiempo en el pasado y la verdad no es algo que quiera repetir. Si no me lo quieres decir, por mí está bien, pero no me trates como si fuera alguien insignificante. Te recuerdo que sigo siendo tu mujer, la mujer de Lombardi y como tal, merezco respeto. - digo, poniéndome justo delante de él.

El regresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora