Segundas oportunidades {Doukaza}

44 (extra)

Un rubio de pelo largo deambulaba por la casa buscando a su pareja en su pequeña vivienda. Deteniéndose frente a la habitación de Rui, echó un vistazo dentro, tranquilizándose al ver que el niño dormía pacíficamente en su cama. Cerró la puerta y continuó hacia la cocina, donde estaba seguro de que su pareja estaba preparando comida. Como era de esperar, Akaza estaba organizando algunos bocadillos para que Rui los llevara a la casa de su amigo.

Con un toque de alegría infantil en su corazón, Douma se acercó lentamente a Akaza por detrás, su largo yukata rojo rozando el suelo en silencio. Rápidamente rodeó con sus brazos el torso del más bajo, apoyando su cabeza sobre él. Akaza se sobresaltó ligeramente, mirando rápidamente por encima del hombro y relajándose al ver que solo era Douma.

"Buenos días", susurró, volviendo a guardar los bocadillos en una pequeña caja de madera.

Douma le dio un beso en la parte superior de la cabeza de Akaza, frotando su rostro en el cabello negro y esponjoso de su pareja. "¡Buenos días, Akaza!"

Fue rápidamente callado, con un dedo firme sobre sus labios. "¡Silencio! Rui necesita dormir, así que no te atrevas a despertarlo", susurró el más bajo.

"Estará bien, Ume y los padres del hermano se encargarán bien de él hoy". Hizo una pausa antes de agregar
"Además, saben cómo cuidarlo".

Akaza ató un pañuelo alrededor de la caja, facilitando para llevarla. "Lo se, pero sabes cómo se pone cuando está cansado".

Douma recordó que Rui tenía dolores de cabeza y los malos humores que venían por no dormir bien.
"Tienes razón", se rió, soltando su agarre y acercándose a la puerta, donde alguien estaba golpeando. A abrirlo, asomó la cabeza con una sonrisa.

"¡Hola, Kokushibo-san!"

"¿Está Akaza aquí?"

"Mhm! ¡Voy a buscarlo!" Douma desapareció hacia adentro, regresando un momento después empujando a Akaza delante de él.

"Oh, hola, Kokushibo. Llegaste un poco temprano". Empujó a Douma con el codo, indicándole que fuera a despertar a Rui.

Una vez fuera de vista, Kokushibo sacó una caja.
"Espero que sean las correctas", murmuró, entregando la caja a Akaza.

"Gracias, Kokushibo. Aprecio que hayas salido a buscarlo".

El hombre negó con la cabeza. "No hay ningún problema".

Siguió un incómodo silencio, ambos tratando de interunpirlo

"Entonces, ¿cómo está Kibutsuji?" preguntó Akaza en voz baja.

Kokushibo se tensó, sus ojos vagando para mirar algo en la distancia. "Está bien", respondió bruscamente.

"Creo que Muzan está más feliz ahora que es humano".

"¿Los cazadores de demonios han dejado de molestarte acerca de trasladarlos a un lugar más seguro?"

Asintió una vez. "Solo tuve que demostrarles que no causarían más problemas".

Akaza sonrió. "Eso es bueno. Me alegra que ustedes dos se lleven bien".

"Tengo negocios que atender, así que tengo que irme. Nos vemos por ahí". Kokushibo terminó su frase apresuradamente, girando y caminando de regreso por la calle hacia su casa.

Cerrando la puerta tras él, Akaza regresó a la cocina donde Douma estaba animando a Rui a comer su desayuno.

"Pero no quiero comer eso", gruñó Rui y cruzando sus brazos sobre su pecho y frunciendo el ceño.