1. Listen to your heart

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Otra vez Carre se la pasó haciendo esas miradas a la cámara, lo que lo amo no tiene nombre

Me encanta cuando Carre rompe la cuarta pared, parece que la cámara siempre lo agarra en los mejores momentos

Dios, sólo miro el programa para ver los momentos en los que Carre mira la cámara

Carrera es nuestro Jim Halpert criado a mate y fernet

Comentarios de esa índole abundan en las redes desde su primer aparición como invitado en el programa. La buena recepción del público le dio un puesto permanente como panelista, y desde entonces disfruta mucho del cariño de la gente, le encanta leer sus comentarios en sus ratos libres.

El detalle en particular de los momentos en los que mira la cámara cual si estuviera en una sitcom lo hace reír, más que nada porque en los momentos en los que sucede, claramente no lo nota, no es consciente de que lo hace, de que siempre mira a la misma cámara y ésta siempre encuentra su mirada. Es cuando termina el programa y ve los clips por Twitter o TikTok que realmente se vuelve consciente de su costumbre, y le genera mucha gracia. Parece planeado que la cámara siempre lo atrape, mientras el resto habla, o hacen algunos chistes dudosos, o alguna escena cómica; no hay comentario de su parte que pueda transmitir tanto significado como su mirada. Y eso la cámara lo capta perfectamente, todas y cada una de las veces, desde el primer día.

Más temprano que tarde, el fenómeno despierta su curiosidad. Si bien la gente no lo pregunta, para él, que es parte de su rutina ir al set, hacer lo suyo (el payaso, sin rodeos) e irse sin más, es un misterio quién cranea esas escenas que luego son memes que circulan por las redes, y se descubre a sí mismo queriendo saber. Después de todo, cree que la persona tiene mérito; los memes no serían posibles si no fuera por el ingenio de un camarógrafo, porque duda que se trate de la orden de algún productor y así lo confirma tras preguntarle a algunos de sus compañeros. Él en sí mismo no tiene nada que ver tampoco, por lo que sólo le queda averiguar de quién se trata.

Ese día están en el set, y Carre se decide por prestar atención, un sólo propósito en mente: identificar al camarógrafo. El programa fluye como lo hace siempre, entre chistes y lo que se siente como una charla entre amigos televisada.

Es durante un chiste polémico de uno de sus compañeros que Carre hace lo suyo, como un hábito, sin pensárselo. Sus ojos viran hacia la misma dirección de siempre, memoria corporal, su expresión lo dice todo, y el lente le devuelve el gesto, atento a él. Esta vez Carre mira más allá, por unos segundos más, pero la figura está opacada por el enorme aparato. Apenas distingue una gorra negra por encima de la cámara. El detalle es archivado rápidamente en su mente y lo guarda para después, su atención de vuelta en el programa.

No espera casi nada luego del cese de la transmisión para pararse de su asiento e ir detrás de esa cámara, la que ya averiguó de antemano es la 6, la tuya, le habían bromeado sus amigos.

La gorra negra es su norte. Camina entre sus colegas, rodea el aparato enorme, se mueve con cuidado entre los cables del suelo, y es confrontado por la espalda del camarógrafo, quien abandonó su posición de trabajo y está tomando una botella de agua. Su altura, ahora que está erguido y frente a él, supera por mucho la de Carre.

―¡Hola! ¿Vos sos el de la cámara 6?

Se asegura de hablar fuerte como para hacerse escuchar por sobre la música y el bullicio del estudio, y gentil, así como le sale naturalmente. Pero la forma en la que el chico voltea, rápido y sobresaltado, le indica que quizás fue demasiado fuerte. O sólo lo atrapó distraído, no lo sabe.

Carre se ríe y murmura una disculpa, tocándole el hombro sólo porque el hecho de que la sorpresa en la mirada oscura del chico se entremezcle con nerviosismo al verlo le provoca ternura. Su rostro carga con reconocimiento, y es muy delicado, dulce a pesar de su expresión seria.

―Eh, sí, sí. ¿Pasó algo? ―preocupado, lo hace sonar suave, bajito. Carre se apura en tranquilizarlo.

―No, nada, hermano. Te quería conocer nomás porque haces un trabajo increíble, captas momentazos. Sos autor de la mayoría de memes que salen de acá, eh.

Sobre todo los que me involucran a mí, piensa pero no lo dice.

Su comentario hace más que solo disipar su preocupación, lo hace sonreír, y Carre cree que subestimó la ternura de sus ojos o la belleza de sus rasgos. Ese gesto le derrite el corazón.

―Gracias, loco. Es para lo que me pagan ―dice el chico, claramente con humor, y por supuesto que Carre se ríe. Entonces se estrechan la mano.

―¿Tu nombre?

―Spreen.

Carre asiente y sonríe un poco más. El hecho de que no se hayan soltado las manos todavía no parece incomodar a ninguno.

―Spreen, te repito, sos un capo.

―Ya te dije, es mi trabajo nomás. Y además la cámara sólo graba, sos vos el que tiene el mérito. Sos...

Hasta ese momento no habían dejado de mirarse, pero los ojos de Spreen vacilan al igual que su voz. Se calla, traga. Es un segundo después que, bajo la mirada fascinada de Carre, puede terminar su idea.

―Sos muy bueno en lo que haces.

La sonrisa permanente de Carre se ensancha, ladea la cabeza. Recibe el cumplido pero sospecha que eso no es exactamente lo que quería decir en un principio, moderado. Le divierte mucho pensarlo. Le gusta este chico y su dulce nerviosismo, sus ojitos y su voz.

Carre tiene algo en él que le permite entrar en los corazones de la gente fácilmente y descifrarlos. Le bastan un par de intercambios más con Spreen para descubrir el encanto en su personalidad, la que desarma por partes, a la que le adjudica un perfil psicológico. Es increíble que cada parte encastre perfectamente con la suya. Es gracioso, mucho, y si bien a veces se detiene como para pensar en su respuesta, más como un reflejo de organizar sus propios pensamientos, le encanta hablar con él. Esto es sólo posible porque Spreen se suelta con él, parece que también le agrada, y eso complace a Carre profundamente, lo emociona.

La conversación se extiende, sobrepasa por mucho lo que sea que Carre tenía en mente al acercarse. En algún momento dejan de estrecharse la mano como dos boludos, pero no pueden apartar la vista del otro, otra particularidad en ese encuentro. El estudio empieza a vaciarse, pero incluso estando lleno de gente, para ellos es como si estuvieran solos desde un principio.

Cuando finalmente se despide de Spreen, no sabe bien de qué tanto hablaron, intenta recordarlo en la soledad de su departamento, pero no puede. Sin embargo, sonríe, y tiene bien presente cada sonrisa del chico, cada risita, cada gesto, la cadencia de su voz, la luz de sus ojos negros. Se queda con una sensación peculiar de toda esa interacción, algo que hace sus pasos ligeros y pone contento a su corazón.

Hay algo ahí, y gracias a la transparencia de Spreen o quizás su innegable conexión con el chico, es algo que saben ambos.

No puede esperar a encontrarse con su camarógrafo otra vez.

n/a: Un caprichito a partir de la vez que Spreen se puso a jugar de camarógrafo en La Casa Madrid y Carre, como siempre, le siguió el juego. Espero juntar fuerzas para completar esta idea!

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⏰ Última actualización: Aug 19, 2023 ⏰

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