Prólogo

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Pov Sienna

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Pov Sienna.

Estaba tranquilamente en la sala de mi departamento viendo El conjuro 2.

Eran al rededor de las 12 de la noche de un viernes lluvioso cuando repentinamente escucho el sonido de la puerta siendo golpeada repetitivamente, cosa que hizo que me sobresaltara y derrame un poco de mi chocolate caliente sobre mi pijama.

Me quejé un momento al sentir el líquido en mi camisa, rapidamente me limpié y me levanté para ir hacia la puerta y ver a quien se le ocurría venir a mi departamento a las 12 de la noche y viendo como estaba el clima.

Cuando abrí la puerta la imagen que estaba en frente de mi me partió el corazón.

Enzo estaba parado delante de mi, empapado y con la mirada más tristre que él me pudiera dar.

—Enzo...—Dije con un notable tono de preocupación en mi voz. ¿Qué carajos estaba haciendo?—Ven y entra, siéntate, ya te traigo una toalla para que te seques.

Fui al baño y agarré una toalla de las que siempre guardaba por si acaso pasan alguna situación. Cuando volví a la sala, ví a Enzo sentado en la isla de la cocina mirando a un punto fijo en la mesa.

Me acerqué hacia el y le puse la toalla encima.

—Gracias...—alcancé a escuchar cuando fui hacia la cafetera a preparar café instantáneo para que entrará en calor. 

Cuando ya estuvo listo serví un poco en una taza y se lo entregué mientras me sentaba enfrente de él.

—¿Qué te pasó? —pregunté mientras lo veía desde mi puesto esperando una respuesta.

—Matías se casará —Respondió mirándome con los ojos cristalinos y un pequeño mogín en sus labios.

Tenía los ojos rojos e hinchados. Se veía que había llorado.

—Oh, Dios —Me levanté de mi asiento buscando una taza en la alacena y sirviendome café. Esta conversación requería de café, mucho café.

—Él llegó a mi casa y me dijo que tenía que decirme algo —Empezó a contarme, yo proseguía a volver a mi antiguo lugar —Me contó que sus padres hicieron un acuerdo con los Otaño, me molesté, le grité, empezamos a pelear y...y...

Enzo empezó a hiperventilar y tener un ataque de ansiedad. Rápidamente me levanté y lo abracé tratando de reconfortarlo acariciando sus cabellos negros. Dejé que se quedara en esa posición hasta que sé calmara por completo.

Cuando ya estaba segura de que no se derrumbaría de nuevo, me separé de el y me volví a sentar, pero esta vez al lado de él.

—Enzo, tu sabes que Matías te ama —Lo abracé por los hombros dejando que su cabeza descansará en lo míos —Es un matrimonio por conveniencia, él no ama a Felipe, osea, si lo ama, pero no de esa forma.

—Lo sé, pero ya no podremos estar juntos como antes, no quiero verlo vestido tan hermoso, en ese altar y casándose con otro que no sea yo —Levantó la cara viéndome otra vez con ese tono cristalino en sus ojos —¿Es muy egoísta de mi parte que quiera eso?

Se formó un silencio pesado después de que Enzo hablara.

Sabíamos que tarde o temprano se enteraría. Matías me había dicho que no dijera nada, los chicos y yo ya sabíamos de ese acuerdo, pero todos nos oponíamos. Felipe y Matías no se amaban, pero sus padres no entendían eso y me daba tanta rabia que pusieran a sus empresas antes que la felicidad de sus propios hijos.

—¿Puedes decirme porque viniste a las doce de la madrugada y lloviendo?

—No sabía a quien más ir —Me respondió con sinceridad —Y pasar la noche sólo y llorando no era una opción atractiva.

—Da gracias que tengo una habitación de invitados y que no te mandaré a dormir en el incómodo sofá —Le respondí de manera cómica tratando de aligerar un poco el ambiente.

Me dedicó una sonrisa cansada y lo mandé a que tomará una ducha caliente, sino le daría hipotermia.

—Sienna —Me llamó a medio camino—gracias, enserio no sabría que hacer sin tí —Me dedicó una de las sonrisas tan sinceras que solo Enzo sabía dar.

Le sonreí.

—No hay de qué —Dije simple.

Mientras él se iba a dar una ducha, yo agarré mi celular y le marqué a Blas. Sabía que llamar a alguien a altas horas de la noche no era tan agradable, pero Blas siempre me respondía sin importar la hora.

Al cabo de unos segundos me contestó. Sonreí inconscientemente por eso.

—Nene, Enzo está en mi casa —Le dije —Y está verdaderamente mal, casi le da un ataque de ansiedad.

—¿Posta me decís? —Escuché su vos desde la otra línea —Matías también llegó a mi casa y el pibe no ha dejado de llora-.

No había terminado de formular la oración cuando un llanto se escuchó tan fuerte que tuve que despegar el celular de mi oreja.

—Tenemos que hacer algo, esto poco a poco va a terminar con la salud emocional, psicológica y física de ambos —Un tono de preocupación se hizo evidente en mi voz cuando hablé. Esto me iba a tener un estrés tremendo—Y ni hablemos de Pipe y Juani, ellos deben estar peor.

—Vos sabés como es Juani, fue a la casa de Fran y ahí se echó a llorar y Felipe está en casa de Agus con Esteban, Santi y Lain llegaron poco después que Mati para poder ayudarme a consolarlo.

Me quedé pensando un rato en lo que había dicho, y algunos segundos después se me prendió el foco.

—¿Qué te parece si trabajamos en un plan para evitar que Pipe y Matu se casen? —En verdad que hablar con el poste de luz me hacía brillar las ideas —Así todos están con quien quieren y no sufren por amor, tener a un Enzo triste no es muy lindo que digamos.

—Y si, te lo banco —Me respondió emocionado de escuchar mi idea —Mañana le digo a los chicos para hablar del tema y ver como le hacemos.

—De acuerdo, Descansa nene, y asegúrate de que Matías duerma lo suficiente que luego se pone de mal humor por no dormir y no hay alma en la tierra que lo aguante.

—Tu descansá, Ricitos, yo me encargo de Matu —dijo para después agregar —Te quiero hermosa, duerme bien y sueña conmigo.

Solté una risita por lo anterior dicho y después colgué la llamada. Blas y yo hemos estado saliendo desde hace 2 años y fue gracias a Matías que nos conocimos. Se lo debo a Matías y por eso me aseguraré de que él y Enzo estén juntos.

Cueste lo que cueste.

Cueste lo que cueste

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Una boda y una chica [Matienzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora