Capítulo//15

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Maratón//5/6

Tras lo que pasó en la habitación de Amira, Amir no volvió a molestarla ni a reclamarla. Llevaban un mes de matrimonio y todo era como al principio, no había cambiado. Si, había cambiado, pero a peor. Amir se iba y llegaba tarde, Amira, hacia lo mismo. Cada uno iba por su lado y no se reclamaban nada. Aunque Amira, deseaba saber dónde estuvo y con quién. Porque tenía miedo que la mujer que Amir amaba, se acercara a él y él la dejara. Un matrimonio no ataba a un hombre, pedías el divorcio y todo acababa. Nada ata a un hombre y tampoco a una mujer. Daba igual que llevara un anillo, cada uno era libre de volar cuando quisiese.

Tampoco puedes cambiar a las Personas, la persona cambia cuando esa persona quiere. Le había contado que Amir antes era muy risueño, alegre, dulce y no bebía alcohol. Hasta que Jade apareció en su vida y le destrozó, le destrozó de tal manera, que él se volvió frío y distante.

Pero ella no tenía culpa, ella no tiene la culpa que aquella mujer se riera de él. Ella era inocente en toda esa mierda.

Llamaron a la puerta y una empleada paso a la habitación, Amira miró y al sonrió.

-Buenas noches, señora. - habló la mujer. -El señor Amir a vuelto, pero borracho.

-¿Donde está? - preguntó levantándose.

-En el salón, desvariando. - Amira asintió.

-¿Lleva mucho haciendo eso? - preguntó bajando las escaleras.

-Desde siempre, pero ahora lo hace seguido. - respondió.

Amira llegó al salón junto a la mujer, vio a su marido tumbado en el sofá boca arriba. Caminó hasta él, Amir la miró y sus ojos estaban rojos de la borrachera. Amir bebía por otra mujer, que la echaba de menos y Amira una estaba cansada de esos. Intentaba enamorarlo, pero era un fracaso.

-¿Tú crees qué es normal cómo vienes? - dijo ella, con reclamos.

-No eres mi madre, déjame en paz. - exclamo con voz ebria. -Vete a dormir, anda.

-Si, pero te darás una ducha de agua fría antes de irte a dormir. - Amir se rio. -Me das pena, Amir. - este la miró. -Te destrozas tú solo por una mujer que no vale nada, que no merece tus lagrimas.

-Tu no sabes nada, insípida. - se levantó, pero por poco se cae al suelo. Amira ni siquiera Intento ayudarlo. -Lo que siento por ella, jamás lo sentiré por tí.

-Me haces un favor, porque tener un alcohólico de marido, es como tener a un mamut de mascota. - dijo con seriedad. -Haz lo que quieras, mátate si quieres. Ahí tienen los cuchillos y las pastillas.

-¿Quieres que me muera? Qué gran esposa eres. - desvariaba. -Yo estaba muy bien sin ti, estaba perfectamente sin compromisos. Pero llegaste tú, con esa sonrisa dulce y limpia, con esa sinceridad tan trasparente. - Amira se había quedado muda. ¿La estaba halagando? -Estas todo el tiempo aquí. - señaló su sien. -Y no sé el porqué .

-Estas desvariando y diciendo cosas sin sentido. - ella se quiso ir.

-Si, estoy diciendo cosas que tal vez, mañana, ni me acuerde. - dijo, soltando el hipo. -Pero eres hermosa, sería estúpido no verlo. Tus ojos, tus malditos ojos, me tienen embrujado. Tu sonrisa, me tiene con ganas de probarlos todos los días. ¿Y sabes algo más? Deseo follarte otra vez, rubia. - Amira tenía ganas de llorar, Amir la estaba halagando. Estaba diciendo cosas que él tenía guardado y que sereno jamás diría. -Vuelve a sonreírme como lo hacías antes, no me mires con desprecio ni borres esa hermosa sonrisa.

-Amir, ningún hombre va hacerme cambiar. Seré siempre yo aún así me trates mal, jamás seré otra por ningún hombre. - exclamó. -Yo soy como soy, con mis defectos y virtudes. Al que le guste bien y al que no, también. - él sonrió. -Vamos a la ducha.

-Quiero que sepas que aunque te llamé insípida, no lo digo de verdad. Eres hermosa, risueña y encantadora. - Amira paso el brazo de su marido por sus hombros, Amir tras decir aquello. La miró rozando la punta de su nariz por la sien de Amira. -Deseo tenerte en mis brazos.

-Y yo, Amir. Pero mañana no te acordarás. - dijo ella.

-Haz la prueba. - ella como pudo subió con él las escaleras.

Amir era muy pesado, pesaba el doble que ella. Pero tenía que darle una ducha de agua tibia y tumbarle. Pero no entendía porque lo ayudaba, pero su corazón siempre hacía esa acción. Ayudarle porque lo amaba con toda su alma.

Llegaron a la habitación, y fueron al baño. Amira lo dejo sentado en sofá que había en una esquina, para preparar la ducha. Amir desde ahí observaba sus movimientos, la miraba el culo, ese culo que era de él. El único que lo había tocado y probado.

Amira fue hacia él y lo empezó a desnudar, estaba nerviosa sus manos le sudaban. Ver a su marido desnudo y no tocarlo, era una condena muy dura de cumplir. Amir se levantó para quitarse los pantalones, cuando Amir se quedó desnudo. Amira tragó saliva, ver cómo Amir la miraba, ver su cuerpo fuerte y duro. Él sonrió por la mirada lasciva que su mujer le estaba echando.

-Puedes tocar cuando quieras, es tuyo. - rompió el silencio. -Eres dueña de este cuerpo, tú tienes el derecho de tocarlo.

Amira no dijo nada, le cogió de la mano y llevó a la ducha. Lo metió dentro y Amir soltó un gemido al sentir el agua un poco fría. Amira lo miraba desde fuera, Amir era muy atractivo y que ganas tenía de follar con él.

Como si Amir hubiese leído su mente, la cogió de la mano y la metió dentro de la ducha. Provocando que lo que tenía puesto se mojara.

-Te deseo, rubia. - Beso su cuello. -Desde que te bese y te hice mía me hecho adicto a ti, nena. Te lo juro.

Devoró sus labios, Amira tenía ganas de hacerlo, así que, no le detuvo. Pero seguiría siendo fría, el sexo no cambiaba nada. Solo tenía ganas de follar y su esposo estaba para cumplir sus deseos.

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Hola, bellas. Aquí otro capítulo.

Espero que os guste.

Besos desde España

Una dama para el Duque 2° (saga Realeza) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora