Adam y Hades criaron a su hijo en un lugar donde el amor genuino y la aceptación reinaban. Su amor trascendió cualquier obstáculo, demostrando que el género y la naturaleza divina no definen el amor verdadero.
Enfrentaron retos, discriminación y juicio, pero permanecieron juntos, el uno al lado del otro, construyeron un amor eterno y una familia que inspiró a generaciones venideras. Su historia, la de Adam, el primer hombre Omega, y Hades, el dios del inframundo, quedó grabada en los anales de la eternidad, recordando que incluso los lazos prohibidos pueden florecer y encontrar la felicidad en el abrazo del amor genuino.