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Él me mira con duda, como si quisiese decir algo pero nada sale de su boca. Yo lo conozco así que le pregunto:

—¿Pasa algo?

Se muerde la uña y me sonríe.

—No pasa nada— dice, pero sé que me miente. Me acerco a él y lo tomo de las mejillas.

—Puedes contarme todo, ¿lo sabes?— murmuro. Él asiente y suspira.

—Quiero confesarte algo...— por fin habla. Me quedo en silencio para que pueda seguir.—Es un secreto que he tenido oculto... más bien, es una preferencia— su tono de voz es bajo. Me siento a su lado aún en silencio.—Pero tengo miedo de que pienses que soy un raro y me dejes.

Se ríe, pero con nerviosismo.

—Creo que dejarte por algo que te gusta es casi imposible... a no ser que sea algo ilegal.— le bromeo.
Él vuelve a suspirar y se prepara para hablar.

—Sé que aún no hemos tenido... sexo.— dice y mi corazón se acelera al saber por dónde iría la conversación.

—¿Quieres hacerlo?— pregunto directa. Él niega pero después asiente.

—No, es decir, sí, si quiero hacerlo contigo— se sonroja—. Pero primero quiero decirte que a mí me gustan ciertas cosas a la hora de... eso— susurra. Sonrío y lo invito a que me diga.—Nunca lo he hecho pero es algo que está en mi mente hace años y me gustaría probarlo contigo.— Mi estómago se aprieta, ansiosa por lo que quiere decir, también algo temerosa.—Yo quisiera que tú... me dominaras.

Se tapó la cara con su brazo y se estiró de espaldas en su cama, totalmente avergonzado. Yo me quedé en silencio sin saber qué decir... Era incríble que mi primer novio tuviera la misma fantasía que yo.

—¿A qué te refieres?— pregunté, quieriendo que me dijera explicitamente lo que quería. Me miró aún escondido tras su brazo y habló.

—Quiero que me domines.

Sonreí.

—Eso ya me lo dijiste... Dime exactamente qué quieres decir con eso.

Se destapó por completo la cara y mordió su labio. Yo de por sí era la dominante de la relación, pero en lo sexual no, y es que con suerte habíamos tenido algunos encuentros calurosos sin pasar a mayores.

—Quiero que... los papeles se inviertan... por así decirlo— suspiró,—Que me hagas un lío.

Asentí y me acerqué a él.

—Aún no me dices correctamente qué es eso que anhelas que te haga— le susurro en el oído, poniendo mi mano en su muslo interno.

—E-eso que haces ahora... E-eso me gusta— susurra también,—Que tengas poder en mí y en mi placer.

La húmedad que sentía entre las piernas era buena, y las leves punzadas de placer allí abajo eran de las que no se experimentan con facilidad.

—Entonces, quieres que yo lleve el mando, sobre ti, sobre tu cuerpo...— susurro nuevamente, acariciando su muslo, mientras subo mi otra mano a su nuca y la envuelvo entre mis dedos, apretando suavemente.

—S-sí— susurra cerrando sus ojos.

—Que gustos más interesantes— río levemente. Él sonríe un poco sin abrir sus ojos. Mi mano en su muslo se adentra un poco más y sube hasta su pronunciada erección.—¿Tan rápido?— me sorprendo.

—Siempre me pongo así cuando pienso en ti de la forma en la que ahora estás— me dice.

—Pero ¿cómo sabes que te gusta si has dicho que jamás lo has experimentado?— mi mano acaricia su bulto de arriba hacia abajo, muy lento.

dreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora