Capítulo 1

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—Joaquín, Joaquín —dijo mi tía mientras golpeaba la puerta de mi pieza, apenas estaba despertando así que no le abrí— ay bueno, Dylan ya está ¿Me vas a abrir la puerta ahora? —dijo molesta, me levanté a abrirle pero era coincidencia ya que ahora estaba más despierto— No puedo con tus mañas Joaquín —dijo ella molesta mientras entraba a mi pieza, tenía un canasto de ropa.

—Tía ya te dije que

—No, no, no, no más de tus excusas ¿Entendido? —me interrumpió mientras comenzaba a juntar ropa y a abrir las cortinas— Si querés otra enfermedad mental te vas al psicólogo y no la inventas

—¿Qué? —pregunté confundido, aún desorientado por el sueño pero confundido de todas formas— No estoy inventando nada, solo te pido que me llamés Dylan

La tía se detuvo, volteó a verme y con un tono muy serio se acercó a mi.

—¿Acaso sos trans como tu hermana? —dijo ella seriamente. Me sacó de onda por lo que me costó responder.

—No... —dije confundido y también incómodo ya que no entendía porque me estaba preguntando eso y tampoco me gustaba el tono que usaba para referirse a Liz.

—Entonces no —dijo para darse la vuelta y seguir juntando la ropa— ese es el nombre que te dio tu mamá que descanse en paz y te vas a quedar con ese —dijo de manera reprochante mientras salía de la pieza.

—Bueno tía —murmuré por lo bajo al verla irse.

Pasaron como 5 o 4 meses desde que regresé acá. Aún no había contactado a Liz ya que me sentía muy culpable para hacerlo y seguramente Martina o los tíos ya le habían avisado, así que sería solo otra carga. Mi tía esta convencida de que estoy inventando una enfermedad mental para que me llame Dylan y enserio no lo entiendo, ni siquiera entiendo de donde sacó el nombre de Joaquín si hasta donde yo sé, siempre fui, soy y seré Dylan. Ella me organizó una sesión con la psicóloga que me ha estado estudiando desde que tenía 13 años. Estaba muy molesto pero no había más que pudiera hacer, solo vestirme y esperar a que me dijeran que tengo problemas y me pasaran a un psiquiatra otra vez.

—Cuidáte ¿Si? —dijo la tía mientras me despedía en la puerta.

—Ajá

—No te drogues —dijo mi tío desde el sillón.

—No prometo nada

Estaba bastante molesto con sus comentarios pero no podía hacer mucho contra ellos. Por más que había sido sarcástico, a mi tío no le gustó la respuesta por lo que me vió y me dijo que era enserio, yo asentí y salí de ahí. Últimamente llevó una navaja a todos lados. Claro ni mi tía ni mi tío sabían que la tenía porque me la quitarían ya que es lo más normal que alguien haría al enterarse que un suicida se compró una navaja. Estaba muy paranoico. Saber que él estaba por ahí como si nada no era lo ideal. Llegué a la consulta y esperé unos minutos hasta que por fin me llamaron. Saludé a la psicóloga y me senté frente a ella esperando a que me dijera lo de siempre. Realmente no quería estar acá.

—Bien —dijo ella al darse cuenta que no iba a empezar a hablar yo— Joaquín veo que-

—No soy Joaquín —la interrumpí irritado, "¿Acaso mis tíos le dijeron ese nombre también?". Ella me vió confundida unos segundos pero luego asintió.

—Claro, como lo pude olvidar —dijo con una sonrisa, lo que me calmó— Sebastián ¿Verdad?

—¿Qué? —pregunté confundido.

—Tu nombre —dijo ella con una sonrisa. Me puse de pié y ella se veía confundida ahora— ¿Qué sucede?

—¿Quién es "Sebastián"? —pregunté molesto— Yo soy Dylan, Dylan Parqués, no Joaquín, no Sebastián —me estaba desesperando— no sé de dónde sacó o sacaron esos nombres pero no soy yo y usted debería saberlo porque —la psicóloga no hacía más que anotar cosas en una libreta— ¡¿Por qué está anotando cosas?!

MercuryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora