2. Crisantemos

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Cuando comenzaba octubre toda mi rutina cambiaba, todo se trataba de planificar mis tres días de descanso administrativo. Todo mi tiempo libre se limitaba a organizar las cosas para ese fatídico día donde debía luchar contra mi destino. Con el paso del tiempo empecé a optimizar el plan de acción de esa semana.

Cosas que hacía todos los años para evitar encontrarme con mi horrendo destino.

1. Irme de la ciudad.

Quedarme hacía que fuera peligroso transitar por mi barrio local. El mero hecho de pensar que aquella persona que vió Nara en visiones, sea mi futuro vecino o vecina, y tenga que verle la cara todos los días solo por vivir cerca, me daba náuseas. Me negaba a esa posibilidad.

Me alejaba mínimo 100 kilómetros. Mientras más lejos mejor.

2.Viajaba con uno o dos días de anticipación.

No me arriesgaría a un encuentro en un tren o medio de transporte. No. No. Nada de lugares concurridos con tránsito de gente. Nada de encuentros casuales. Esos eran los más peligrosos, porque el azar y el destino les encanta hacer de las suyas, no les permitiría ser un peón en su juego.

3. Cancelar toda mi agenda de trabajo.

Considerando que mi trabajo trataba de exorcizar demonios, eliminar maldiciones, entre otras cosas que salvan las vidas de personas inocentes, es difícil no trabajar tres días. Pero era un sacrificio que tendría que hacer la humanidad, con tal de mantener mi sanidad mental intacta. Les convenía sobrevivir un par de días, ya podría salvarles los otros 362 días del año.

4. Ese día no debo estar en contacto con ningún humano.

Por años este apartado fue difícil de cumplir, fue muy complejo pensar y encontrar lugares que cumplieran con esa característica. De hecho, luego me di cuenta, que los lugares más desiertos por humanos, son donde habitan más espíritus. Por mucho tiempo odié esa idea, hasta que comencé a aceptar que era mi mejor oportunidad, ya que los espíritus no regalan flores.

Mi lista de Airbnb para el 11 de octubre iban desde colegios abandonados, sanatorios mentales, orfanatos clausurados, a... cementerios. Definitivamente prefería los cementerios. Menos ruido, más tranquilidad, almas más calmadas.

5. No morir de aburrimiento encerrado un día completo sin señal, ni internet.

Cada año este era un desafío. ¿Saben lo horrible que es estar encerrados con un grupo de fantasmas que quieren contarte toda su vida, para que contactes a sus seres queridos? Insufrible. Cada año perfeccionó más mis habilidades de actuación, solo para que no se den cuenta que puedo verles. Pero siguen descubriendo que puedo hacerlo a las pocas horas.

Me llevaba provisiones: Snacks, comida, agua, para sobrevivir un día. En la adolescencia llevaba consolas portátiles, ahora trato de llevar un par de libros. Necesito recalcar que nada me libraba del inmenso aburrimiento que era ese día, pero era un sacrificio que estaba dispuesto a realizar un día al año. Bueno... unos cuantos.

Sabía que no era la persona más carismática, animada y optimista del mundo, pero en octubre... era incapaz de aguantar nada. No estaba para más mierdas, tenía suficiente evitando las malditas jugarretas del destino. No me importaba admitir que estaba más irritable de lo normal. No importaba quedar mal educado, impertinente, arisco y sus sinónimos, a esta altura de mi vida esos parecían halagos.

Por lo que cuando mi casera y vecina del departamento del piso uno, la señora Abigail, me pidió cambiar una bombilla cuando me vió salir con mi maleta el diez de octubre, tuve que reprimir todas mis ganas de responder:

Los espíritus en las floresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora