Dios ama especialmente a los jóvenes, porque son la esperanza del pueblo. La esperanza de un cambio.
—¿A dónde irán hoy, chicos? —preguntó la mamá de Dylan, en el momento en que vio a su hijo, y a los amigos de su hijo, bajar rápidamente por las escaleras de su casa, con destino a lo que parecía ser la puerta de salida. También se fijó en que, aunque no de forma glamourosa, todos iban bien vestidos, especialmente su precioso niño. Aquel suéter azul le sentaba de maravilla a su cálida piel, y el pantalón de cintura alta que le había regalado por su cumpleaños, marcaba su esbelta cintura como la de un modelo de portada de revista, elegante y sofisticado.
"Ahh, mamá tiene buen gusto" —pensó orgullosa la señora Thompson, mientras contenía los afectuosos halagos que sabía, eran la pesadilla de todo chico adolescente.
—Ah, iremos a la casa de Lottie —contestó Cecil, adelantándose a Dylan que estaba a punto de abrir los labios.
—Sí, iremos a jugar... —La mirada de Lucas estaba llena de evasivas, un dedo largo y regordete, rascó un lado de su mejilla que estaba cubierta de una barba de aspecto lamentable, de la que todo chico de la edad de pavo, lucía orgulloso por estar cada vez más cerca del vello facial con el que todo hombre de los ochenta soñaba.
—¡Calabozos y Dragones! —completó Cecil, su tono rompiéndose al final por el cambio de su voz. Carraspeó incómodamente—: ¡No nos espere hasta muy tarde, señora, porque hoy, la guerra mágica que desatáremos dentro del sótano de Lottie, solo menguará cuando salga el sol por el horizonte de las oscuras praderas de la muerte!
—Oh, vaya —fue todo lo que pudo contestar la señora Thompson, mientras contenía una expresión burlona. Ella los estudió detenidamente, y su silencio adrede empezó a aflorar los débiles nervios de un par de chicos tratando de cometer su primera travesura. El único que parecía inmutable era su propio hijo, y debía ser por su propia ignorancia. La culpa rezumbaba alrededor del resto, pero firmes en su objetivo, seguían mirando la salida con expectación, esperando la señal para huir como caballos salvajes hacia la fervorosa libertad. "Ah, dejemos que los jóvenes sean jóvenes, ¿no?" Se dijo, resignada, para acto seguido, fingir que creía sus deplorables mentiras, respondiendo, con una tierna sonrisa—: Entonces, diviértanse, niños. Pero traten de menguar la magia oscura un poco más temprano que el alba, ¿quieren? ¡No duerman tan tarde!
Cecil y Lucas gritaron un "Sí" al unísono, emocionados como potrillos dando sus primeros pasos, luego procedieron a arrastrar a un Dylan un poco confuso, ambos sosteniendo un respectivo brazo, hasta que los tres se marcharon con el sonido de las llantas del auto escarabajo de Cecil, dando lo mejor de sí mismo. Y así, la señora Thompson se quedó sola en casa, sentada en su sofá favorito, continuó la lectura de su biblia, justo donde lo había dejado, hasta que a las nueve, prendió la televisión, y se sumergió en el pecado de desear las exquisitas nalgas de John Travolta en pantalones de cuero ajustado.
—Una mujer casada, incluso si es muy fiel a su esposo, también necesita gozar con los ojos de vez en cuando —suspiró la señora, y luego, cerró los ojos, rezando—. Perdón, Diosito, ésta será la última vez. ¡Lo prometo! —seguidamente, se dejó llevar completamente por las sensuales caderas del hombre del momento—. Ah, tan guapo, ¡tan sexy! ¡Definitivamente, en mi otra vida tendré un esposo tan guapo como tú!
Mientras tanto, Dylan contuvo las ganas de saltar del auto en movimiento. Arriesgándose a una posible muerte, o peor, ¡quedar con su hermoso rostro completamente destruido!
"Madre, no solo has sido engañada tú, ¡yo también lo he sido!"
En defensa de Dylan, él no sabía nada al principio. No lo sabía cuando recibió a sus amigos en su casa, nerviosos y entusiastas, como si hubieran tomado demasiado café. No lo sabía cuando Cecil y Lucas lo invitaron a salir muy casualmente, aunque debió adivinarlo cuando ambos mostraron demasiado insistencia para que lo acompañaran. Todavía no lo sabía cuando subió al auto, pero definitivamente empezó a sospechar en el momento que Charlotte y Lizzy se subieron al auto de Cecil, usando mucho maquillaje, y vestidos despampanantes que parecían haber robado del armario de sus madres.
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¿Cómo cortejar a un Chico en los 80?
RomanceEs 1986, el primer teléfono celular ha llegado al pequeño pueblo de Sweetville de los Estados Unidos y Freddy Mercury, el mejor cantante de todos los tiempos se ha declarado gay. Mientras tanto, algunos chicos intentarán cortejar al chico que les g...