MARTUS.

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Vivimos en una guerra constante, un conflicto bélico incesante, más allá de una batalla cultural, una guerra espiritual y, ¡es la más importante!

No te hablo de Armagedón, esto es una persecución, desde la concepción, hasta la formación, aniquilar la próxima generación. Literalmente, física y mentalmente, nuestro hijos no podrán nadar contra la corriente, ya tolerar y respetar no es suficiente, quieren silenciar a los que piensan diferente.

Nuestros enemigos: no tienen carnet ni sangre, pero son como bestias feroces, que usan las mentes y las voces, de humanos sin escrúpulos que se creen Dioses. Muchos no conocen ni sus caras ni sus nombres, pero son lobos detrás de la denigración del hombre. Y a mí no hay nada que me asombre, y yo seré un Sinsajo aunque estos no son los juegos del hambre.

Ya no es una guerra de ideas ni de creencias, ya no importan los argumentos ni la coherencia, ni la lógica, ni la fe, ni la ciencia, es la dictadura de una humanidad en decadencia. Donde el sentimiento venció al entendimiento, y el ataque cada día es mas violento, bombas humanas hechas de adoctrinamiento, llenas de propaganda y resentimiento.

Aunque un ejército acampe contra mí no temerá mi corazón, aunque contra mi se levante guerra, yo estaré confiado. Aunque me dejen sólo, ¡Nunca estaré en soledad!

Y recuerden, ¡¡De aquí no me iré!!

Escrito por William González.

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