Capítulo I

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Todo se remonta allá por el 1968, en un barrio de Málaga, situado al sur de la provincia, en la zona costera. Allí vivía una familia de pescadores, formado por una madre, un padre y cuatro hermanos, entre ellos se encontraba Marta, una niña de unos 15 años, de pelo castaño. Marta, todas las mañanas acompañaba a su padre al puerto para llevar todos los instrumentos de pesca, llevaban cañas, anzuelos, redes... 

Pero una mañana de un jueves... todo cambió, ese día, había mucha neblina en las costas malagueñas y un oleaje poco normal en dichas costas, pero aún así el padre de Marta decidió salir con su barca para no dejar ese día sin comida a su familia. Marta notó esa mañana en el rostro de su padre cierta preocupación, y ella procedió a preguntarle a su padre:

  -Papá, ¿Está todo bien? Te noto algo preocupado. 

A lo que este respondió:

  -No tienes por qué preocuparte cielo, simplemente pasé una mala noche. 

Marta aún así, no se creyó su respuesta, pero actuó como si nada. De repente, antes de zarpar, se empezó a oscurecer todo el cielo y al fondo del mar se veían cómo caían rayos y tormentas. Como a marta le daban mucho miedo, salió corriendo hacia casa. Cuando llegó a casa, llegó casi sin aliento y cuando la madre la vio de llegar, le preguntó:

  -Marta, ¿Dónde está tu padre? ¿No habrá salido hoy a navegar no?. 

Ella, se quedó pensando, pero no respondió, ya que, ellos llevaron el material de pesca pero, no lo vio zarpar. A la hora y media, dejó de llover y el cielo se despejó, Marta, toda preocupada salió corriendo hacia el puerto donde ella dejó a su padre. Cuando llegó, vio que el barco de su padre estaba en el muelle, con todo el material de pesca intacto. Ella se extrañó ya que su padre nunca se separaba de su material de pesca, pero pensó que pudo ir al bar que estaba cerca del puerto, ya que, su padre siempre que echaba una dura jornada de trabajo, pasaba la tarde allí con sus amigos. Cuando ella entró, los amigos de su padre se extrañaron y procedieron a preguntarle:  

-Marta, ¿A quien buscas? ¿No te ha dicho tu padre que es peligroso que vengas sola? 

Ella se extrañó al oír esa pregunta y le respondió a este: 

-Estaba buscando a mi papá, que esta mañana lo acompañé al muelle para que zarpara pero, su barco sigue allí con todo el material de pesca. 

Sus amigos, extrañados, volvieron a preguntar:

  -¿Y dejó todo su material de pesca allí?

 Ella asintió muy segura con la cabeza y estos se quedaron sin palabras. Al ver los rostros de los amigos de su padre, decidió volver a casa para comprobar si había vuelto a casa. Cuando volvió, vio que la casa estaba cerrada, no había nadie en casa, ni su madre, ni uno de sus hermanos, miró por detrás de casa a ver si andaban en el jardín, pero tampoco estaban. Marta, toda extrañada decidió ir a casa de Belén, su vecina. Una mujer de unos 53 años que se llevaba muy bien con su familia, ya que, muchas veces había venido a cenar a casa con su esposo. Belén, cuando vio aparecer a Marta por casa, le salió una sonrisa, con la que posteriormente preguntó: 

   -¡Cuanto tiempo hace que no te veo Marta!, ¿ Que te hace falta?

A lo que esta, en un tono apenado respondió:

  -¿Sabes dónde está mi padre? Esta mañana salí con él, antes de la lluvia y no he vuelto a saber de él. 

Ella, extrañada, le preguntó si había mirado en el bar que está cerca del puerto y está asintió con la cabeza. Belén, muy segura de su respuesta, le dijo a la niña que su padre andaría comprando cebo o hilo para la pesca, pero que de todas maneras, se quedará en su casa mientras que aparecía. Mientras ambas esperaban viendo como rompían las olas del mar contra la orilla, Belén se levantó y procedió a traerle una pieza de fruta a Marta ya que, ella sabía que se levantaba muy temprano para ayudar a su padre. Marta, sin pensarlo, agarró la pieza de fruta y comenzó a comerla. Pasado unas horas, llegó la familia al completo a casa, pero la expresión de sus caras era totalmente distinta de la que tenían normalmente. Marta, aún así , salió corriendo hacia su madre para abrazarla y está con los ojos llorosos procedió a abrazarla. Marta no sabía que estaba pasando ni por qué su madre y sus hermanos estaban tan apenados, a lo que formuló la siguiente pregunta:

  -Papá sigue desaparecido desde esta mañana, ¿Sabéis donde está? 

A lo que la madre no pudo contener más sus lágrimas y estalló en llanto. Marta, seguía sin entender nada, pero, por propia inercia, abrazó fuerte a su madre y no pudo aguantar las lágrimas, ella, interiormente sabía que algo gordo había pasado. Cuando la madre trató de recuperar el aliento, le explicó lo que había ocurrido. Marta no se lo podía creer, no se podía creer que por su culpa, por dejarle solo en una mañana de tormenta, pudiera haberle perdido. Resultaba que, cuando Marta salió corriendo por miedo a las tormentas, su padre trató de ir tras ella, para decirle que no pasaba nada, con la mala suerte de que resbaló con el agua y se golpeó la cabeza con una bita, quedando inconsciente durante horas. El padre actualmente se encontraba en el hospital, cuyo estado era digno de preocupación ya que... había perdido mucha sangre y se encontraba en coma. Marta, llegó al hospital que se encontraba su padre acompañada de su madre y de su hermano mayor. Cuando vio a su padre desde la mampara que los separaba, esta arrancó a llorar, echándose las culpas de todo lo ocurrido. Pasaron varios días y Marta, no se movió del sitio, acompañando a su padre para ver si el estado de este mejoraba, pero... la cosa no pintaba bien.

Pero tarde o temprano la noticia tenía que llegar a la familia, pasado 3 días desde su ingreso, los médicos le comunicaron a la familia, que dicho integrante de su familia, no sobreviviría a la operación que le debían hacer. Ya que se le había formado un coagulo en el cerebro y, tenía muchas complicaciones para tratar. La familia, totalmente destrozada, acabaron en llantos y lamentos y entraron a la habitación para poder pasar, aunque fuesen los sus últimos momentos con vida, Marta, no pudo ni mirarle a  la cara, ya que, cada miraba que desplazaba hacia el rostro de su padre, no podía evitar los pensamientos de que, todo aquello, había ocurrido por su culpa, y que si no hubiese salido corriendo en aquel momento, ellos seguirían pescando cada mañana en el barco de su padre.

Al final, el trágico momento ocurrió, cuando toda la familia agarraba fuerte la mano del padre para que siguiera debatiéndose entre la vida y la muerte, el cuerpo del padre no pudo resistir más y el corazón de este se fue apagando poco a poco, hasta terminar de apagarse. Aún sabiendo que esto ocurriría, no se lo podían creer, que el alma de la familia, la persona que transmitía seguridad, confianza y sonrisas en dicha casa, acabase tan rápido y de una manera tan brusca e injusta. 

Desde ese día, se marcó un antes y un después para Marta y su familia, aunque no todos lo vivieron de la misma manera...

Pasado dos días desde que falleció el padre, se realizó el funeral. Todo aquello, para Marta, era nuevo, ella nunca había experimentado ese vacío que sentía dentro de ella, esos pensamientos que la atormentaban todas las noches, esas mañanas que se levantaba con su padre para ayudarle con el trabajo del día, todo eso, es lo que se le venía a la cabeza cuando veía el ataúd de su difunto padre, pero lo que no se quitaba de la cabeza, era ese dichoso sentimiento de culpabilidad, ya que, sentía que ella había sido la desencadenante de todo lo ocurrido.

Desde ese día, Marta dejó de ser esa niña risueña, cariñosa, simpática y empática que era antes. Ahí verdaderamente se dio cuenta que, no solamente se había ido su padre, sino que con él, se había ido una parte de ella también.


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⏰ Última actualización: Aug 27, 2023 ⏰

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