Narra Mateo
+ Como te gustan a ti las reconciliaciones en el aeropuerto.
Rio aceptando sus disculpas, y antes de poder besarla me veo obligado a avanzar hacia la facturación. Ha llegado mi turno. Tras entregar mi equipaje corremos juntos, riendo y escapando como dos adolescentes a algún sitio con poca gente para poder sellar nuestra reconciliación con caricias y húmedos besos que me dejan con ganas de mucho más.
- He vuelto a cagarla.
Advierte avergonzada.
+ Necesito que confíes en mí.
Suplico.
+ No voy a volver a mentirte, pero no puedes reclamarme el pasado cada vez que...
- Shhhh.
Me calla colocando su dedo índice sobre mis labios.
- Ya lo sé.
Zanja besándome otra vez. Su boca es lo más adictivo que he probado jamás.
+ Mi niña, debo irme.
Le doy un pico, riendo enternecido. Nada más escuchar el llamado se ha puesto de morros.
- Voy a echarte mucho de menos.
Promete.
+ No más que yo.
Aseguro.
- ¿Vas a llámeme para todo?
+ Hasta que te canses de mi voz.
- Hala, vete ya, antes de que mis ganas de secuestrarte sean más fuertes que yo.
+ Te quiero.
- Yo te quiero.
Una última caricia roza mi piel antes de lanzar un beso al aire que recibo con un gesto, llevándolo a mis labios.
El vuelo se pasa lento pero tranquilo. Aprovecho las horas para retomar aquel libro que lleva semanas en mi mesa de noche y perdido entre sus líneas sin siquiera darme cuenta, coincido con Morfeo, abriendo los ojos tan solo una hora antes de aterrizar.
Salgo del aeropuerto en Miami reconociendo cada detalle de esta ciudad que fue mi hogar durante mucho tiempo. Su olor y su aire húmedo me llenan de recuerdos que son interrumpidos por el taxista que me llevará al hotel, dándome una extraña sensación de turista. Mi piso ya no es mío, y quedarme en la casa de mis padres jamás ha sido una opción. Aunque sé que nos debemos una charla, prefiero pagarme la estadía que verme forzado a hablar con ellos cada vez que les de la gana. No me apetece ser acribillado a preguntas sobre Alex cada noche que vuelva a casa y mucho menos por sus quejas respecto a llevármelo a Madrid. No deseo sus críticas de cómo me ocupo de Eva, ni que ha sido una idea fatal dejarla allí.
Tras anunciar mi llegada en recepción, subo a mi habitación, me daré una ducha y luego iré a visitar a mi hermano, pero antes de cualquier cosa, salgo a la terraza para llamar a Malú. Llevo unas pocas horas sin ella y ya la echo de menos a rabiar.
De pie junto a la baranda veo las olas suicidarse en la orilla del mar y enseguida un sabor amargo me invade al encontrar su móvil apagado después de varios intentos.
Reviso los mensajes y tampoco tengo ninguno suyo, solo uno de Sebastián, y otro de José.
S: Bienvenido a Miami, traidor.
J: "Llámame, es urgente"
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar