XXVIII.

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Fuego.

Las llamas envolvieron al Espadachín Negro dotando al muchacho de vigor. Como una ave fénix renaciendo de las cenizas, la mirada carmesí del espadachín retumbó con un brillo obstinado.

Vaya poder...

Aquellas palabras, aquel elogio quiso escapar de la garganta de Ottar.

Este pequeño aventurero que encarnaba el espíritu salvaje del humano era alguien de temer. Tal poder con solo dos o casi tres meses de ser aventurero. Era algo irreal. No era lógico aquello que rodeaba a Naruto Cranel.

¿Un genio?

¿Alguien bendecido por el propio destino dotando al muchacho de los mejores regalos y potencial?

¿Un humano amado por los dioses?

¿Quien eres, Naruto Cranel?

¿Eres uno de esos, o eres todos a la vez?

Las llamas que envolvían al aventurero se hicieron más intensas. El calor en aquella habitación comenzó a elevarse produciendo que una muy pequeña gota de sudor cayera por la sien de Ottar.

El Rey llevó su mano derecha hacia su rostro limpiando aquella pequeña gota.

Debía de ser el calor, era imposible que aquella pequeña bestia, aquella pequeña cría de tigre frente a el, le causará nerviosismo.

Ottar flexionó sus rodillas y volvió a desvainar su arma.

¡Grahk!

¡Grahk!

Las placas negras que conformaban la armadura de Naruto comenzaron a juntarse sobre las zonas dañadas, reutarandolas poco a poco, recuperando su antiguo estado.

El regalo de Hestia, forjado por la propia Hefesto.

La armadura de Naruto y Bell estaban vivos. Unidos a su portador. Mientras más fuerte se volvía uno mismo, su arma respondía a aquel llamado aumentando su propio nivel.

Y ahora mismo, la armadura...

Respondía al llamado de Naruto.

- ¡Graaaaaaaaaah!-

El Espadachín Negro, de pie, dió un fuerte pisotón elevando su arma por encima de su cabeza. Las llamas estallaron en un pilar de poder y luz.

¡Fush!

Todo el poder concentrado fue lanzado hacia Ottar en forma de un mar de llamas.

A medida que el ataque avanzaba, el techo, suelo, y paredes, eran carbonizadas en el acto. El rey, observó fascinado aquel muro enorme de fuego acercándose hacia el.

Cualquier aventurero nivel dos, e incluso algunos de nivel 3, caerían inmediatamente ante un ataque de tal magnitud. Pero, para desgracia de Naruto, aquel hombre era el más poderoso en el mundo, el Rey, Ottar.

El arma definitiva de Freya blandió su arma por sobre sus hombros. El filo de la misma se embullo de magia.

Bastardo, hijo de Hestia.

Un aventurero de nivel uno le había hecho utilizar magia. Un gran golpe a su orgullo.

¡Fush!

Ottar descendió su arma golpeando el mar de fuego.

¡Pump!

¡Swiiish!

La enorme fuerza física de Ottar unido a su arma magistral cortó en dos el fuego con una enorme onda expansiva que mandó los restos del ataque hacia los costados dejando al Rey sano y salvo.

¡Clink!

Sin fuerzas, con unos de sus brazos entumecidos, el arma se resbaló de las manos de Naruto chocando contra el apagado suelo. El brillo en su mirada se iba esfumando poco a poco observando como su ataque era separado en dos, como un río chocando contra una enorme roca.

Ni técnica...

El fuego comenzó a desaparecer.

Ni su fuerza física...

De la nube de polvo, la figura casi ilesa de Ottar se mostraba de pie.

Ni su magia...

Había sido derrotado en todo.

Fin del capítulo.

Espero que les haya gustado. Dejen todo su amor a la historia.

¡Seguidme si no lo estás!

Nos leemos en otro capítulo.

Bye-bye~

Espadachín Negro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora