Capítulo 2: Ella despertó.

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[Latidos.]

El corazón de Deborah, que se había detenido durante mucho tiempo, de repente comenzó a latir de nuevo.

Ella abrió los ojos lentamente.

En la oscuridad, con apenas un puñado de luz, el profundo olor de tierra húmeda y el fresco aroma del musgo verde se filtró por su nariz.

[¿... Barabius?]

Su llamada resonó a través de la cueva, pero no llegó ninguna respuesta a su llamado.

Deborah respiró profundamente e intentó mover su cuerpo en cuclillas poco a poco.

Sus dos alas tensas también se extendieron lentamente. Todo estaba normal. Todo era normal. Su mente estaba un poco aturdida, y su cuerpo estaba lleno de vitalidad como si se hubiera movido apenas ayer. Entonces, Deborah comenzó a dar pasos hacia delante. Tierra y pequeñas piedras cayeron sobre su cabeza, pero no le importó. Simplemente caminó hacia el lugar que recordaba como la salida, y levantó sus duras y afiladas garras frente a ella. Pero algo había cambiado. Aparentemente había un montón de tierra, que claramente antes no existía, estaba bloqueando la salida.

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me quedé dormida?

¿Barabius ha vuelto?

Deborah comenzó a escarbar en la tierra, preocupada y sumergida en triviales pensamientos. La sólida pared de tierra se derrumbó rápidamente con un ligero gesto. Un pequeño punto blanco apareció en aquel espacio oscuro y pronto una luz deslumbrante inundó la cueva. Deborah terminó de limpiar la tierra y salió de la cueva.

Tan pronto como las escamas escarlatas que rodeaban su cuerpo tocaron la luz del sol estás brillaron y Deborah se convirtió en una figura humana. Deborah, el Dragón Escarlata. Así fue el momento en que despertó de una larga hibernación para volver a enfrentarse al mundo nuevamente.

Deborah miró lentamente a su alrededor con los ojos entrecerrados, pero en ninguna parte estaba Barabius, a quien tanto había estado esperando. Tal vez había sido solo un deslizamiento de tierra, pero el cambio notable en la montaña solo se reflejaba en sus ojos.

Han pasado años. Pero el tiempo nunca ha sido lo suficientemente corto como para hacer que su hogar se sienta tan desconocido. Eso significaba que Barabius, que era un ser humano los cuales solo podían vivir menos de cien años...

"No volviste."

Sus ojos turquesa se hundieron fríamente sobre sus labios endurecidos. La cariñosa apariencia de Deborah sonriente junto con su tierna mirada de ojos claros debido a Barabius, desapareció de la nada.

Barabius, el humano. Era una posesión preciada que Deborah amaba lo suficiente como para posponer el día en que dejara este mundo, pero él la abandonó. Mientras ella se quedó dormida por un rato, él bajó de la montaña para ir a cazar como de costumbre pero nunca regresó.

Fue solo después de que Deborah se despertara de ese ligero sueño para adaptarse de nuevo al estilo de vida humano que se dio cuenta de que su presencia no se había quedado en la montaña.

Pero no fue a buscarlo. Porque no podía creer que Barabius, de quien aparentemente era completamente la dueña de su alma, se habría atrevido a escaparse de ella. Deborah esperó. Hasta que regresara a la cueva con un animal recién cazado en el hombro.

Pasaron un día, dos días. Las flores pequeñas florecieron en los lugares donde alumbraba el sol, pero se marchitaron al pasar el frío soplo del viento y la nieve blanca se amontonó sobre ella. No fue mucho tiempo para Deborah, que había vivido muchos años, pero fue una espera inusualmente aburrida y más desagradable que nunca.

El oveja y la dragona puerca [+19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora