Fatalidad

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Ahí, casi sin ejemplo, reflexioné sobre esta fatalidad que, a pesar de las espinas de las que estaba rodeado en la carrera de la virtud, me llevaba siempre, sin importar lo que hubiera hecho, al culto de esta Divinidad y a actos de amor y de resignación hacia el Ser Supremo del cual ella emana y del cual ella es la imagen.

Una especie de entusiasmo venía a relevarme.

— ¡Oh! — me decía yo — Él no me abandona, este Dios bueno que adoro, porque acabo incluso en este instante de encontrar los medios de reparar mis fuerzas. No es sino a Él a quien debo este favor.

¿Y no existen sobre la tierra seres a quien este favor le fue denegado? No soy del todo infeliz puesto que existen seres que tienen aún más de qué quejarse.

— ¡Oh! ¿No soy menos infeliz que los desafortunados que he dejado en esa madriguera del vicio del cual la bondad de Dios me ha hecho salir en una especie de milagro?

Aristeo

Nox DeliriumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora