CAPITULO 39 BAÑO

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EVANGELINA

El pasillo está algo oscuro y solo, siento como si me estuvieran siguiendo. Escalofríos recorre mi cuerpo, es la misma sensación que se sentido toda esta semana, cuando salgo a la calle, cuando llego a mi apartamento, me siento observada, pero cada vez que busco de donde viene la mirada nunca encuentro nada.

Solo estas paranoica Eva.

Trato de calmarme. Voy a concentrarme en el semental que está en ese baño y que me voy a follar hasta saciarme por completo de él. Eso que me dijo de que uno puede vencer los vicios si uno lo desea es una completa mentira, porque si bien puedes salir de ellos, siempre tienes el riesgo de caer nuevamente, la tentación siempre te hace pecar, los demonios siempre nos están rondando, esperando el momento para hacernos caer y fundirnos en el maldito infierno.

Abro la puerta lentamente, lo veo de espaldas. Está lavándose las manos, intento que no vea por el reflejo del espejo.

-¿Qué haces aquí? ¿Me estas acosando? – Su voz sale rasposa.

¡Dios! ¿Cómo una voz puede excitarme tanto? Y ¿Cómo se dio cuenta que lo estaba viendo?

-¿Por qué te acosaría? – Aclaro mi voz.

Entró complemente al baño. Cierro la puerta y coloco el pestillo.

-¿Qué haces aquí entonces? Hasta donde yo sé es el baño de hombres.

No me mira y eso me enoja. Quiero que me vea a los ojos, quiero ver ese deseo ardiente en él.

-Vine a follarte.

Le digo sin rodeos, no me gusta ponerme con juegos de niños, me gusta ser directa. Veo como arquea una ceja.

-¡Lastima! Yo no quiero follarte – Se gira para verme y su mirada me hace sentir pequeña – Ya no me interesas, así que... busca a otro para que te quites las ganas.

Intenta irse, pero no lo dejo.

-No quiero a otro, te quiero a ti – Me le pongo al frente para evitar que se vaya.

-Lo siento, pero soy como las llaves – Ladea la cabeza y me da esa sonrisa arrogante – Una vez que pierdes la original, solo obtendrás copias – Me quita – Dile al cabrón de tu prometido que haga algo bueno y te folle tan bien como yo lo hacía, aunque si me estás buscando a mí – Se queda pensando unos segundos - Eso significa que ni eso sabe hacer.

-¿Te da miedo de que la estúpida de tu prometida se entere? – Le digo.

Lo veo sonreírme.

-No veo por qué tendría que temer a eso, ella sabe lo que soy y así me acepta – Me mira con una oscuridad en sus ojos – Por lo menos ella no tiene que estar buscando a otro para que se la folle, porque yo si – Remarca esa palabra – Me la follo como se debe.

-Richard tambien sabe lo que soy – Le digo colérica – Asi que ahora solo follame.

Ignoro eso último que dijo, porque me hace poner llena de ira.

Me le lanzo encima y atrapo su boca con la mía. Al principio esta estático, y me da miedo que me rechace. Lucho para poder entrar con mi lengua en su boca. Muevo los labios, hasta que me da acceso, mi lengua se entrelaza con la suya, es un beso cargado de deseo, de necesidad, son los labios que tanto he deseado. Sus manos viajan a mis glúteos y las aprieta fuerte que logra sacarme un leve gemido.

Me cuelgo en su cuello, sus manos me alzan y hace que mis piernas rodeen su cintura, me lleva hasta la mesa de los lavamanos y me pone allí, se separa para tomar aire, y allí está la mirada oscura que siempre me da a la hora de follarme, el ardiente de sus ojos que me excita y me calienta. Me abre las piernas y se acomoda dentro, puedo sentir su gran erección clavarse en mi centro, comienza a frotarse. Yo clavo mis manos en su cabello.

DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora