Capítulo 4

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Sabía que este día llegaría, desde que hice el trato estaba esperando que llegara el día que el dios de la muerte cobrara la deuda, pero el saber que ha llegado el momento hace que quiera morir.

No tengo idea de que me va a pedir, si pedirá algo material, si quiere que haga algo por el o si mi muerte es lo que busca.

Miro las letras en tinta roja oscuro, la caligrafía es elegante y precisa sin dejar lugar a dudas.

Es hora de pagar tu deuda, se puede leer claramente.

Suspiro mirando el papel por todos lados, pero no hay más información, no hay una fecha exacta, pero estoy segura de que no me quedan muchos días.

Suspiro pesadamente sin dejar de ver el mensaje, no puedo decírselo a nadie y tampoco puedo hacer nada para evitarlo si no quiero que la vida de mi padre y Esteban de nuevo corra peligro.

El frio comienza a ser notorio en mis huesos así que camino de vuelta a casa sosteniendo fuertemente el papen el mi mano, sintiéndolo rugoso y cálido en comparación al viento helado que no había notado antes. No llevo ni un minuto caminando de regreso a casa cuando mi sensación de shock es interrumpida por algo increíblemente notorio.

Alguien me está observando.

Solo que cuando miro a mi alrededor en busca de la persona que me genera esa sensación me doy cuenta de que sigo completamente sola, lo que hace que un escalofrío recorra mi espalda, podría pensar que alguien está escondido, pero en el fondo algo me dice que no es así, esta sensación es mucho más intensa que una mirada normal.

No quiero hacerme ideas equivocadas, pero podría jurar que así se sentía la presencia del dios de la muerte, esa única vez que pude verlo fue en el ritual donde hicimos el pacto que salvaría la vida de mi familia, esta es una sensación conocida que solo me deja en claro lo que ya sabía.

Ha llegado el momento de pagar la deuda.

(...)

Cuando llego a casa me sorprende ver a papá afuera recargado en la pared, guardo el papel en mi bolso del abrigo y ruego que en mi rostro no haya ninguna expresión que pueda delatarme.

- Hola, papá – saludo

- ¿Dónde estabas?

Oh no

Puedo escuchar en su voz que está molesto y preocupado, quizá gana su enojo ya que al verme bien su preocupación comienza a desaparecer

- Fui al bosque – respondo segura

- ¿A que fuiste?

Mierda, no imagine que tendría que justificar mi llegada tan tarde, asi que no me moleste en inventar alguna excusa y eso debe notarlo. Respiro hondo mirando a sus ojos que son del mismo azul que el mío, está esperando una respuesta mía y entre más tiempo tardo en responder la cosa se pone peor.

- No me sentía bien asi que decidí estar un momento a solas

- ¿Por qué no te sentías bien?

- Es, algo difícil de explicar

- ¿Tiene que ver con algún chico? – cuestiona con un tono que no había usado antes

- Si – respondo simple – tiene que ver con un chico

Su sorpresa es notable, si hay una persona en este mundo que me conoce demasiado bien, ese es mi padre; en teoría mi respuesta no es mentira porque Dean es la razón por la que he ido al bosque, lo de la nota es algo que no esperaba y que realmente me preocupa.

- ¿Te ha hecho algo ese chico?

- No – aseguro en seguida

- Entonces ¿Cuál es la razón por la que te has alejado?

El dios de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora