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Querido lector.
Esta parte es una de las partes más duras de la historia. Es el fin, pero el principio de un caos mental que me acompañará durante los próximos años.
Quizás para toda la vida.
Se acercaba selectividad. Cumplí mi promesa y dediqué gran parte de ese año a estudiar. Tenía mis altibajos. Tuve varias peleas con Izan, y eso me afectaba, aún así seguí.
Hice selectividad en un aula solo, no conocía a nadie. Esther estaba en el aula 1B, yo en la última. 16B.
Fueron tres días intensos. Pero llegó el día. Acabé mis estudios, y por fin me dedicaría a lo que siempre quise.
Ese mismo día rompí todos los apuntes, sentí tanta libertad. Es una sensación que siempre recordaré, mi vida universitaria estaba a punto de empezar.
Fui con Izan, tenía su casa sola. Iba a quedarme a dormir todo ese fin de semana. Era tan feliz, por fin era libre. Podía pasar todo el tiempo que quisiera con mi novio. Comenzaba la mejor etapa de mi vida.
Al llegar a su casa, estaba algo serio. Quería hablar conmigo.
— Izan, ¿Pasa algo? – parecía tan triste, me puse muy nervioso... mis inseguridades volvieron, pensaba que iba a dejarme.
Él no era capaz de hablar, solo me miraba.
A los cinco minutos, tras estar callados mirándonos de reojo, Izan me volvió a mirar fijamente.
— R-Raúl...
Izan empezó a llorar, yo no sabía como actuar.
Así que solo pude abrazarle.
— Me voy, no viviré más en Barcelona. – Le temblaba muchísimo la voz.
Me hice el fuerte, aunque mi corazón estaba destrozado. Iba a ser el mejor año de mi vida, y Izan no estaría conmigo.
— Izan, voy a estar contigo, lo sabes. ¿Verdad? Me da exactamente igual la distancia. Al fin y al cabo, cuando me eches de menos, solo tendrás que mirar la luna.
— ¿La luna? – Preguntó secándose las lagrimas.
— Si. La luna. Los dos miramos la misma luna, cuando me necesites, solo piensa que estaré mirándola desde mi balcón. Acordándome de ti.
Izan se abalanzó en mi, dándome mil besos. Casi me quedo sin mejilla.
— Raúl, siempre juntos.
— Te lo prometo Izan.Al día siguiente se fue. Ayudé a su madre y a él con la mudanza y esperé hasta el último momento para despedirme. Después volví a casa con un vacío muy grande. Me tumbé en la cama y esperé a que Izan llegase a su nuevo hogar.
Os haré un resumen de lo que pasó después.
Izan tenía problemas para venir, tenía que cuidar de su hermano. Yo tampoco podía ir, según él, la casa era pequeña.
No pudimos vernos desde que se mudó.
Siempre me llamó la atención algo de él.
Cuando Izan me veía, todo estaba bien. Si llevaba tiempo sin verme, como en cuarentena, su amor desaparecía, hasta que nos volvíamos a encontrar.
1 mes después.
Un 18 de agosto, al levantarme, vi los mensajes nuevos que recibí.
Solo había uno, de Izan.
Izan no tenía foto de perfil.Al entrar en su chat, leí el texto que me mandó.
"Mira Raúl, esto no va a ningún sitio. Mis amigos y yo hemos visto que eres un tóxico, no mereces la pena. Ahora que entras a la universidad, no quiero ponerte en compromiso, vive tu vida, yo haré lo mismo con la mía. No vuelvas a hablarme. Suerte con alguien que aguante tus inseguridades de niño pequeño. Das asco."
Corriendo bajé las escaleras, le dije a mi madre que me dejase su móvil, no sabía que estaba pasando, no asimilé nada. Solo corría hacia un teléfono para llamarle.
Esther también intento hablar con él. Le avisé corriendo para que me ayudase.
Esther no pudo hacer nada.
Solo yo pude tener la última toma de contacto. A la quinta llamada, lo cogió.
— Izan, por favor, explícame que es lo que esta pasando.
Nadie contestó.
— Izan por favor, ¿Qué ha pasado?. Nuestra promesa...
Izan no contestaba, solo escuchaba.
— Izan JODER, por favor... - Empecé a llorar
Izan seguía sin contestar.
— Izan por favor, te quiero muchísimo
Decidió hablar.
"Pues deja de hacerlo, te va a ir mejor".
Colgó.
...No le tembló la voz, no sentía nada.
Izan no me dio explicación ninguna.
Desde ese día, todo en mi vida cambió.
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200 PULSACIONES
RomantikAcompaña a Raúl en su historia,los últimos 3 años de su vida. Donde podrás ver temas como la homofobia, la ansiedad, la agorafobia, y la disociación. Incluso podréis notar como le latía el corazón, tan, tan fuerte, que daba miedo. Empatizaréis con...